Terminó de leer la última carta bajo la atenta mirada de su mejor amigo, quien se encontraba sentado frente a él en uno de los sillones individuales de su habitación. La desesperación por saber quién era el autor de aquello e intentar ayudarlo crecía con cada minuto que pasaba.Hyunjin sentía como su respiración se atoraba en su garganta ante las palabras de quien aseguraba haber sido parte de su vida. Y él necesitaba saber quien era, necesitaba tender su mano y ayudarlo a salir adelante.
¿De qué enfermedad hablaba?
¿Por qué no lograba recordar quién era?No podía hacer nada y eso lo estresaba, le molestaba y sobre todas esas emociones, lo hacía sentir culpable. Con el paso de los días Hyunjin había descartado muchas opciones; como un admirador secreto por ejemplo, la cual fue la primera idea de Minho luego de contarle sobre la primera carta dejada.
El chico había mencionado cosas que él ya sabía, como que había vivido en Australia, que antes amaba el arte y sobre la casita en el árbol a la que siempre solía ir. Quizás debía preocuparse, quizás decía tener miedo por el hecho de que había un desconocido hablando sobre su vida como si fuera un libro recién leído pero por más extraño que pareciera, no sentía más que curiosidad hacia la persona detrás de tinta y papel.
—Tal vez si repasas las cosas que ya sabes sobre él puedas hacerte una idea de cómo se vería.
—Debe tener nuestra edad, es australiano y tiene pecas — Suspiro —. Eso es todo lo que sé sobre él, mayormente habla sobre cosas que solíamos hacer de pequeños. No da mucha información personal.
—Bueno, creo que hay pequeños detalles que estás ignorando porque las cuenta sin dar mucho pie en ellas —Hablo, mirando un punto fijo detrás del rubio —. Por ejemplo, solo tiene a sus hermanas y abuela, quizás algún amigo pero no parece ser muy sociable, quizás sea introvertido. Parece que es de los que pasa desapercibido fácilmente, seguramente es de los que se sientan al final del salón y nunca participan en clases.
No tenía idea de que hacer, cada día después de leer una carta intentaba recordar su vida pasada, consiguiendo terminar con fuertes dolores de cabeza y la nariz sangrando por el sobreesfuerzo que se exigía constantemente. No era como si le importara, pero estaba cansado de no conseguir nada. Odiaba sentirse inútil ante una situación como esa.—Lo tengo —Dijo poniéndose de pie deprisa, siendo seguido por su mejor amigo que lo miraba con curiosidad —. Quizás mamá aún guarde mis cosas de hace años, puedo buscar ahí alguna foto o algún juguete preciado. Eso debe servir para ayudarme a recordar.
—Me sorprende lo inteligente que puedes ser cuando usas la cabeza. Esperemos a que tus padres se vayan y busquemos esas cosas.
Y así lo hicieron, luego de despedirse y verificar que los padres del rubio ya se habían ido por fin pudieron bajar al sótano, donde la mamá de Hyunjin guardaba las cosas viejas. El menor de los Hwang sabía lo mucho que su progenitora se encariñaba con ciertos objetos y luego no podía deshacerse de ellos.
Los escalones de la vieja escalera crujían bajo sus pisadas pero ni eso ni el horrible olor a húmedad y polvo los detendría en ese momento. Buscó entre cajas y cajas, intentando encontrar algo, solamente necesitaba algo.
Una foto, un regalo, una nota. Cualquier cosa le serviría si lo llevaba a esos recuerdos que aquel pecoso desconocido mencionaba entre tantas cartas.
"Bingo" pensó cuando dio con una de las cajas más viejas y posiblemente polvorientas que abría en aquel lugar.
—Definitivamente tendremos que darnos una ducha cuando salgamos de aquí.
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Dear Hyunjin | HYUNLIX
Hayran KurguUna carta nueva aparecía cada día en el casillero de Hyunjin, y el pelirubio estaba empezando a cansarse de no saber quien era la persona que las enviaba y el porqué hablaba de una supuesta vida que no recordaba.