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Cando al fin conseguí que mi amiga saliera de la casa, me dirigí a la habitación. Entré lentamente y él estaba acostado en la cama, mirando la tele. Rió divertido, robándome una pequeña sonrisa. Levantó la cabeza y me miró.

- Lo siento, no sabía que estabas ahí - me dijo. Entré del todo y me senté en la punta de la cama

- ¿Qué miras? - se acercó a mí y apoyó su cabeza en mi hombro

- Los Simpson - dijo y mire hacía el televisor - Son muy divertidos y no puedo creer que no los haya visto antes

- ¿Nunca los habías visto? - dije sin poder creerlo

- Soy el Diablo, preciosa. No tengo mucho tiempo para mirar la televisión - me puse de pie y lo miré

- Creo que tengo un poco de ropa de mi hermano en el closet, vístete y vamos a comprarte un poco de ropa - me miró bien

- ¿Ir de compras? - dijo no muy contento

- Si, señor Diablo. Tiene que comprarse unos jeans, algo cómodo. No va andar por la vida en calzoncillos. - dije divertida

- Es cómodo estar así, pero creo que tienes razón.Vamos - me dijo y se puso de pie

Le di la ropa de mi hermano, que le quedo un tanto ajustada. Jean no es tan musculoso como el Diablo, pero algo es algo. Desayunamos y salimos de mi departamento.

- ¿Te molesta si tomo tu mano para caminar? - me preguntó. Me gire a verlo.
Lo pensé por unos largos segundos

- No, claro que no

Con cuidado tomó mi mano con la suya y suavemente entrelazó nuestros dedos.
Su mano es grande, casi envuelve la mía. Sus dedos son fuertes y largos. Una mano protectora, me llevaba de paseo por las calles de Los Ángeles. Mis extraños celos se hicieron presentes en mí, mientras veía como todas las mujeres que pasaban cerca nuestro se giraban a mirarlo embobadamente.

- No te preocupes, preciosa - me dijo con una sonrisa. Lo miré bien

- ¿Preocuparme por qué?

- Ellas no me causan nada. Sólo tú la haces - Sonreí leve y tímidamente

En menos de lo pensado estábamos en una tienda de ropa. Él miro a su alrededor y luego me miro a mí. Lo mire divertida.

- ¿Qué te sucede? - le pregunte sin dejar de reír

- Tengo miedo de perderme aquí, dentro - dijo mirando a su alrededor

Sin pensarlo, me acerqué a él y metí mi mano en los cabellos de su nuca. Como cuando estábamos en la feria. Su mirada café, ahora más clara, me estaba matando. Recorrió mi rostro con sus ojos.

- Tranquilo, no voy a dejar que te pierdas - dije dulce y sonrió levemente

Nos alejamos y tomé su mano para llevarlo a buscar un poco de ropa.
Comencé a poner en sus manos, cada cosa que veía. Quería que se probara todo. Jeans, playeras, camisas, bermudas, pantalones de vestir. Hasta un esmoquin, oh vamos, todos sabemos que se vería muy bien con uno puesto.

- Y esto, también - coloqué unas zapatillas sobre la gran pila de ropa que tenía encima

- ¿Todo esto? - dijo sin poder creerlo

- Sí, quejón. Todo eso

Tomé su brazo y lo conduje hacía uno de los cambiadores. Lo empuje allí dentro y yo me senté en una silla, fuera, frente a él. Miré divertida a mi alrededor, las chicas de la caja me miraban sin dejar de reír.

- ¿Listo? - le pregunté

- Ya casi - me contestó y luego de eso salió. Lo miré bien

- No, eso no - dije negando con la cabeza

Un gusto, soy el Diablo [Tom Kaulitz]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora