༒16༒

316 37 4
                                    

Se quedó callado, mirándome fijamente. Su respiración era pesada, se podía oír perfectamente. Volví a mirar las heridas de su cuerpo, parecían algo así como arañazos, mordisco y golpes. Volví mi mirada a sus ojos.

- Debo irme - habló de repente

- ¿Vendrás mañana?

- Sí - me contestó

- ¿Me lo prometes? - le dije. Me miró fijo, serio

- Yo no prometo nada, sólo cumplo lo que digo

- Tom - lo llamé

- ¿Qué?

- Te extraño - susurré

Levanté mi mano y la apoye sobre el frió espejo que estaba frente a mí. Apoye mi mano justo frente a su pecho, pero sabía que no podía tocarlo, que no lo estaba haciendo.

- Hasta mañana, preciosa

- Hasta mañana - dije y desapareció

Alguien tocó la puerta del baño. Recordé donde estaba y con quien. Me acomodé un poco y decidí salir. Era uno de los mozos. Me miró bien y yo a él.

- ¿Sucede algo? - le pregunté

- No, nada señorita. Sólo que el señor que venia con usted me pidió que le dijera que lo perdonara, pero se tenía que ir - me dijo y fruncí el ceño

- ¿Qué?

- Si, me dejó esta nota para usted - dijo y me entregó un papel

Tome el papel y el mozo se fue. ¿Por qué se habrá ido así? ¿Habré tardado mucho?
Sin seguir dando vueltas abrí el papel.

Siento haberme ido así, Aranda. Pero llamó mi madre, mi hermana Clara esta muy mal, la internaron de urgencia. Luego te llamo para contarte todo con detalles. Lo siento de verdad. No quería que esto quedara así. Sabes que te quiero mucho y que me encanta estar contigo.
Hablamos otro día, bonita.

Con cariño. Austin.

¡Oh, dios! Espero que Tom no tenga nada que ver con esto. Porque si eso llega a ser así, y a la hermana de Austin le sucede algo, el señor Diablo va a conocerme.
Tome mi abrigo y salí de aquel restaurante. Lo mejor era volver a casa. Todo había sido un desastre. ¿En que problema me metí, Dios mío? Debí escuchar a mi amiga cuando me dijo que no subestimara a lo que no conocía.
Debí retractarme de mis palabras. Pero si no lo hubiese dicho, tal vez jamás hubiese conocido a Tom. Una fría brisa subió por mi espalda, mientras caminaba por la calle. Mi piel se erizó por completo. No era un frío normal. Era un frió extraño. Nunca había sentido algo así.

- Tranquila, no te asustes - me dijo. Mi corazón casi se salió de lugar cuando una mujer se paró frente a mí - Lo siento, no quise asustarte

La miré bien. Era una mujer alta de cabellos negros y ojos aceitunados.
Su piel era blanca como la nieve. Comencé a temblar levemente. Era un frío horrible. Jamás había sentido uno así. Recordé las palabras de Tom.

'Rachel es inofensiva cuando no esta en horas de trabajo, y no es siniestra y esas cosas. Te sorprendería lo linda que es. Lo único es que hace un poco más de frió cuando ella está'.

- ¿Rachel? - le dije por lo bajo

- Se nota que Tom te ha hablado de mí - me dijo sonriente

La miré sin poder creerlo. Tengo a la muerte frente a mí. Esto no era posible. Retrocedí unos pasos. Ella rió por lo bajo.

- Tranquila, Aranda. No voy a hacerte daño. No estoy en horas de trabajo, y además a ti te falta todavía

- ¿Qué... qué haces aquí? - le pregunté luego de unos segundos

-¿Por qué mejor no vamos a tu casa o ha otro lado? No creo que quieras que te vean hablando con la nada en medio de la calle - me dijo

- ¿Con la nada? - pregunté

-Yo tengo el poder de hacer que solo la persona que yo quiera me vea. Y en este caso tú eres la única que lo esta haciendo

Asentí levemente y comenzamos a caminar. El molesto frío aún no se había ido de mí. La mire de costado. Tom tenía razón. Ella no es siniestra y nada de esas cosas. Es más, es muy bella. Y si la miras bien es algo parecida a Tom. Llegamos a mi departamento, entramos. Le pregunte si quería algo de tomar, me dijo que no.
Nos sentamos a la mesa. Ella frente a mí.

- ¿Qué sucede? - le pregunté luego de unos segundos de silencio. Ella acomodó su garganta y miró a su alrededor

- Si mi hermano se llega a enterar que vine a verte, se enojara mucho conmigo y será capaz de no hablarme por un millón de años - me dijo. Reí por lo bajo

- Tranquila, yo no le diré nada

- Estoy preocupada por Tom - dijo. Fruncí el ceño

- ¿En qué sentido?

- En todos los sentidos

- ¿Por qué?

- Mi hermano es el Diablo, Aranda. Jamás ha conocido lo que es el amor, jamás se ha preocupado por alguien que no sea él. Bueno tal vez si, cuando nací yo. Pero a lo que me refiero es que nunca lo había visto tan perturbado - me dijo

- ¿Quieres decir que él tal vez este mal por mi culpa? - le pregunté

- No, no por tu culpa - se acercó un poco más a mí para bajar la voz - Creo que has despertado algo dentro de él. Algo que desconoce y por lo cual esta confundido

- ¿Qué tengo que hacer?

- Sabes que ha hecho un pacto con el Creador, ¿verdad? - me dijo

- Si, lo sé. Y es una locura

- También lo creo. Pero Aranda, eres la única que puede despertar eso bueno que Tom tiene dentro

- ¿Cómo lo hago?

- Arriésgate. Al diablo con las reglas de Dios. Él mismo creo las reglas del amor, y si él mismo las prohíbe se está contradiciendo - me dijo

- ¿Qué debo hacer?

- Lo que sientes. Cuando lo tengas al frente y creas que es hora de despertar lo bueno dentro de él, haz lo que te diga tu corazón - se puso de pie. Yo también lo hice - Ahora debo irme, ya es hora para Clara Ames

- ¿Qué? - dije sin poder creerlo

- Esa niña está sufriendo, Aranda. Debo llevármela

- Tom no tiene que ver en esto, ¿verdad?

- Para nada. Tom no se interpone en las muertes. Sólo Dios y yo - dijo y asentí levemente. Sabía todo lo que Austin iba a sufrir por esto

- ¿Será rápido? - se giró a verme

- No sentirá nada

- Gracias Rachel - dije y sonrió levemente

- Es un secreto - susurró

- ¿Qué cosa?

- Tom nunca tuvo debilidades, pero ahora si tiene una - me dijo. La mire extrañada

- ¿Cuál?

- Tú...

Un gusto, soy el Diablo [Tom Kaulitz]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora