Capítulo 1

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-Rusia-

Deje mi taza de café en la mesa, acomodando algunos papeles mientras observaba algunos archivos que no deberían de estar en mis manos.

-Señor Presidente - Putin me habló entrando a mi oficina - ¿Me estaba buscando?.

- Si Putin... lamentablemente no es por nada bueno - Levante mi taza y la pegué a mis labios.

Él se incorporó con los hombros bien firmes, queriendo demostrar seguridad, pero yo sabía que moría de miedo

- ¿Que pasa Señor? - me pregunto juntando las cejas.

Baje la taza, dándole un momento a que sus nervios tomen lo mejor de sí mismo, a que su cerebro de vueltas sobre todas las cosas que pudo haber hecho mal.
Era una tortura mental que a mi me fascinaba hacer con los humanos débiles.

- Me resulta costoso que sigas aquí... no es como que hagas mucho que digamos, solo le das la cara al mundo de que tenemos una preciosa democracia pero ya va siendo hora de que busquemos un reemplazo - le sonreí.

- Señor... por favor - me sonrió de regreso con nerviosísimo - Piénselo un poco más.

- Creo que el que debería de hacer un mejor trabajo es usted - no aparte mis ojos de los suyos, viéndolo con seriedad.

Ambos nos quedamos en silencio, no se si esperaba algo más de mi, pero le pedía muy poco, imposible que su pequeña mente no logre comprenderlo.

- Bien, señor, lo haré - asintió, alejándose de mi oficina.

Ya era hora, verdaderamente podría hacer el trabajo mil veces mejor que cualquiera en este palacio, pero debo aparentar ser democrático y Justo para que Estados Unidos no diga que soy un comunista o alguna barbarie de esas.

Mi secretaria abrió la puerta, sus tacones haciendo eco en el pasillo
- Señor, KGB acaba de llegar - me anuncio con suavidad.

- Bien, déjalo pasar - le señalé para que dejara la puerta abierta.

Seguí viendo unos papeles hasta que escuché las botas de combate pisar el mármol de los suelos de mi palacio.
Que bueno es escuchar esas botas de nuevo.

- Señor, ya estoy aquí - KGB, mi fiel soldado, entró por las puertas de mi oficina y las cerró detrás de él.

-Te dije que no regresaras si no es con información - me hice al desinteresado, aunque él sabía que su llegada siempre era bien recibida.

- ¿Quien dice que no la tengo?.

Suspire dejando los papeles en la mesa, cruzándome de brazos para escucharlo.

- Hay una organización, aún no estoy seguro quien la empezó o quienes son los miembros de esta, pero quieren quitar a los gobiernos autoritarios.

- ¿Tienes documentos que respalden eso? - sentía que era un chisme más entre los representantes.

- Lamentablemente no, pero he escuchado a varios representantes hablar de eso en sus juntas... Noruega por ejemplo estaba muy alterado.

- Noruega siempre se altera por todo... eso no significa nada - sacudí la mano.

- No lo se... no tengo un buen presentimiento de esto... quizás si debamos de checar un poco más a fondo todo - me miró con ojos de súplica.

KGB siempre ha tenido un buen ojo para situaciones de riesgo, se que debería de confiar en su juicio, pero no quería desperdiciar más dinero en algo que quizás no llegue a nada.

- Déjame investigar un poco más, consultar con Interpol, hablar con Noruega - se acercó a mi - Tu sabes cómo son los humanos, quizás ellos nos quieren fuera.

- ¿Para que nos querrían fuera? - bufe con una sonrisa - Nosotros sabemos cómo administrar nuestro país, llevamos años en el poder, no tiene sentido que nos saquen.

- Los humanos están hambrientos de poder... acuérdate de lo qué pasó con la señorita México.

Escuchar ese nombre causo que un escalofrío bajara por mi espalda.

México... me acuerdo de ella... una chica muy viva, muy feroz, tenía esa chispa en sus ojos que se comía ciudades enteras. Pero también era muy agradable, una sonrisa que derretía nieve.

- ¿Que fue de ella? - le pregunté.

- Hablé con Interpol sobre eso y me dijo que era confidencial - giró los ojos - Pero no hay cuerpo así que debe de estar viva.

- ¿Crees que... quizás... ambas cosas estén conectadas?- deje que mi imaginación diera una teoría alocada.

- No sabría decirte señor... pero puedo investigar - levantó ambas cejas.

Pensé por un momento, pero lo peor que puede pasar es que nada sea cierto y solo me quitaría el pendiente.

- Okay... ve a investigar, si encuentras algo me avisas - sacudí mi mano en señal de que se vaya.

Él asintió con una sonrisa y se fue casi dando saltitos mientras caminaba.

KGB es un buen chico, a parte de un buen soldado. Yo fui quien lo entreno a sabiendas de que URSS iba a morir.
Alguien tenía que tomar mi lugar como soldado, ¿no es así?.
Pero no le quise dar un entrenamiento tan cruel como URSS lo hizo conmigo, quizás eso lo hizo muchísimo más ágil que yo.

Solo queda esperar más información.
Pero recordar a México me hizo tener un flashback de esos ojos esmeralda con los que me topé una fría mañana en 1923.

Dios... ojalá esté bien.

- KGB -

Entre a mi cuarto, que es más como una habitación que ambientaron para que pueda usar mientras estaba en el palacio. Quería bañarme, hace mucho que no tomaba un buen baño para relajar los nervios; también  quería ropa limpia y Armas nuevas.

Me paré enfrente del espejo, pasando la mano para quitar el agua de este y ver mis ojos azules cristalinos.
Tome el cepillo y acomode mi cabello hacia atrás y me rasure la barba, dejando un chistoso bigote que aunque a nadie le guste, a mi me encanta.

Salí con una toalla en la cintura, tomando mi teléfono y llamándole a Interpol, esperando a que responda mientras me vestía.

Pantalones de vestir azul marino, camisa blanca y saco a juego con los pantalones.

- Aquí habla Interpol - escuché su voz salir de mi teléfono.

- Hola amigo, soy KGB, necesito verte - hablé colocándome los calcetines.

- ¿Situación A o B? - Interpol pregunto.

- ¿Que? ¿No puedo solo ver a mi mejor amigo? - pregunte ofendido.

- ¿SITUACIÓN A O B? - me pregunto con más insistencia.

- Bueno.... B - gire los ojos.

- Okay, te veo en el cafe - me colgó el teléfono.

¿Siempre tiene que ser tan serio?, bueno pues al cafe iré entonces.

Un tango de rivales Donde viven las historias. Descúbrelo ahora