Capítulo 8

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•Libro abierto•


        Tom escuchó entre sueños que alguien lo llamaba

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        Tom escuchó entre sueños que alguien lo llamaba. La voz era como un lejano eco insistente que poco a poco se fue volviendo más claro hasta que finalmente despertó.

        Esperaba ver el techo de su marui al abrir los ojos, pero se encontró con ramas largas y grupos de hamacas colgando muy por encima de su cabeza. Le había tomado un momento recordar que estaba en el Kelutral de los Omatikaya. Cuando giró la cabeza vio a Ao'nung sentado en la hamaca individual al lado de la suya.

        —¿Qué pasa? —Tom le preguntó con la voz rasposa y somnolienta. La noche anterior había tenido dificultades para conciliar el sueño luego de la conversación que tuvo con Jake.

        —Ya no puedo dormir —Ao'nung le respondió en lenguaje de señas—. Estoy nervioso. Necesito ir a nadar.

        Tom se incorporó con desgano y miró hacia las otras dos hamacas individuales ocupadas por Tsireya y Rotxo. No le extrañó que ambos siguieran dormidos, el largo viaje sin duda había sido agotador para ellos. 

        Él también deseaba volver a dormir, pero quería demasiado al "niño" para su propio bien y usualmente terminaba cediendo ante lo que le pedía. En especial cuando ponía su expresión de "foca triste". 

        —Hay un lago cerca de aquí —le dijo también con señas—. ¿Quieres que te lleve?

        La respuesta de Ao'nung fue un rápido asentimiento, así que Tom no tuvo más remedio que levantarse. Se tomó un instante para estirarse un poco y después saltó de su hamaca al swaynivi de invitados que colgaba debajo.

        Ao'nung no lo siguió de inmediato, sino que se estiró hacia la hamaca de Rotxo y la sacudió para despertarlo. Rotxo se incorporó con un gruñido. Parecía desorientado mientras compartía con Ao'nung una breve y desganada conversación en lenguaje de señas. Ao'nung lo había invitado a ir con ellos al lago, pero una peculiaridad de Rotxo era que se ponía extremadamente malhumorado cuando lo despertaban antes de tiempo, así que el muchacho no dudó en darle la espalda a su amigo con una mueca de enfado después de quejarse de que todavía tenía sueño. Ao'nung rodó los ojos y miró hacia Tom.

        —¿Despertarás a tu hermana? —Tom le preguntó desde abajo con señas. 

        Ao'nung negó con la cabeza y señaló hacia su propio tobillo. Tom lo entendió enseguida. El tobillo de Tsireya ya estaba mucho mejor, pero debía reposar un poco más por precaución.

        Finalmente Ao'nung bajó de su hamaca y siguió a Tom por las ramas en espiral hasta que salieron al bosque. Era muy temprano por la mañana. El momento del día en que la bioluminiscencia nocturna cedía ante la inminente llegada del amanecer. Un ambiente gris que coincidía con el sentimiento de intranquilidad que los aquejaba a ambos. 

El mar que fluye al corazón del bosqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora