𝟬𝟴. 𝖡𝖾 𝖬𝗒 𝖬𝗂𝗌𝗍𝖺𝗄𝖾

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LAS PUERTAS DE LA MANSIÓN LEISTER se abrieron con lentitud, dejando ver a través de estas a un Nicholas Leister llegando desde fuera de esta

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LAS PUERTAS DE LA MANSIÓN LEISTER se abrieron con lentitud, dejando ver a través de estas a un Nicholas Leister llegando desde fuera de esta. Hace unas horas había salido y recién había vuelto.

El día de cumpleaños de Cristal estaba por terminar, pero el morocho había salido a buscar algo que había pensado para su hermanastra. Pensó que volvería antes con el nuevo regalo en sus manos, pero algo lo detuvo.

Ronnie junto a un chico de su banda, se cruzó en el camino de Nicholas, aprovechándole para decirle que le mande un regalito especial a su hermana. Y ese regalo había consistido en moler a golpes a Nick, dejándole varias heridas en su rostro y su cuerpo adolorido.

El chico Leister hizo una mueca de dolor mientras se recostaba en la puerta de entrada que daba hacía adentro. Había intentado defenderse, pero eran dos contra uno. No había podido hacer mucho.

Nicholas sabía que no podía estar mucho tiempo ahí o su padre lo descubriría. Por lo que tomó fuerzas y con una de sus manos, la cual tenía una pequeña caja que luego guardó en su bolsillo izquierdo, decidió subir las escaleras un poco agitado.

Nick decidió subir a la terraza antes de si quiera dirigirse a la habitación de su hermana. Quería tomar un poco de aire y pensar que explicación le daría a Cristal.

El morocho salió hacia el patio y pudo ver todo el desastre que había quedado en este. El cumpleaños de la rubia había tenido consecuencias, y ese era el limpiar todo. Aunque de seguro lo haría alguien del servicio.

Nick sonrío un poco al recordar lo que había pasado en la fiesta de Cristal. Las miradas, el coqueteo, sus labios chocándose con pasión y amor. Era algo que nunca había experimentado, pero por alguna extraña razón, le gustaba sentir lo que sentía en estos momentos. Le gustaba sentir cosas por Cristal.

Nicholas subió hacia la terraza de una vez por todas y miró a través del barandal, el cual daba directo a la hermosa playa de noche y a la luna que brillaba.

Nick siguió pensando en Cristal. En todo lo que está le había generado en tan poco tiempo. Jamás había estado interesado en el amor o en sentir algo por una persona. Pero con ella era diferente. Sentía que la rubia hacía que sus días mejoren, y con tan solo verla, sabía que iba a sonreír como nunca.

Fue en ese momento, que el ruido de un ronquido lo sacó de sus pensamientos, llamando totalmente su atención y haciendo que esté se de vuelta rápidamente y sorprendiéndose.

Cristal se encontraba tirada en los sillones de la terraza, durmiendo como si nada mientras la leve brisa que había pegaba directamente en su rostro.

Nick, como él mismo sabía, sonrió automáticamente al notar la presencia de la rubia en el lugar. Por lo que, velozmente, fue a sentarse en la esquina del sillón en el que estaba, sin quitarle la mirada de encima.

El mayor de los Leister se quedó ahí, admirando a Cristal como si fuera la octava maravilla del mundo. Porque para él eso había sido. Había sido la persona que llegó a revolucionar su vida, y dándole otro sentido que pensó que jamás tendría.

𝐌𝐈𝐑𝐑𝐎𝐑𝐁𝐀𝐋𝐋, 𝗇𝗂𝖼𝗄 𝗅𝖾𝗂𝗌𝗍𝖾𝗋Donde viven las historias. Descúbrelo ahora