XXI

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Salimos de la alberca un par de minutos después de que accidentalmente Gavi cayera en ella, para nada culpa mía.

Al parecer, Pablo Gavira era el tipo de chico responsable y aplicado en la escuela, algo totalmente contrario a mi que apenas y me importaba entregar tarea. Esa es una platica que ya he tenido con mis padres, juro que lo intento esforzarme pero no puedo. Pero si es Pablo, el futbolista del Barcelona al que tengo sentado en mi comedor tratando de entender la química para explicarme con peras y manzanas como es que se relaciona un átomo con el otro no me quejo en nada y pongo atención.

—...Entonces, un ácido es un compuesto de hidrógeno que en soluciones acuosas da iones hidrógeno.— Explica y yo solo soy capaz de admirar lo atractivo que puede llegar hacer este chico.

Compórtate Cassandra, es tu amigo.

Me odio por no ser discreta, mi boca puede decir una cosa y mi cara otra. Aún que, yo diga que no confío de todo en Gavi y me haga la dura, no puedo, mi mirada busca la suya con desesperación, las mariposas de mi estómago comienzan a volar como locas cada que estoy cerca de él.

—¿Me estás prestando atención?

—Siempre— suelto sin pensar. De inmediato me cubro mi boca con una mano.

Pablo voltea a verme con una sonrisa ladina, siento como mis mejillas comienzan a arder y puedo asegurar que estoy toda roja. Quiero morirme de la vergüenza, a esto me refiero cuando digo que no puedo ser discreta ni hacerme la dura cuando se trata de Gavi.

—Ósea, desde que empezaste siempre te he puesto atención. Si, a eso me refería.— trato de arreglarlo pero para el ya no es creíble.

—Pues dime que he dicho.— me reta.

Ladeo mi cabeza haciendo una mueca.

Vamos, Cassandra. No dejes que el español te gane, recuerda.

—Los ácidos están hechos de hidrógeno.— es lo único que logró recordar

—Pues es un avance.— suelta la pluma sobre el libro.

—¿Podemos hacer un break?— hago un puchero —En el refri tengo un pastel de chocolate riquísimo.

—No puedo, tengo que cuidarme para el próximo partido.

—Suenas igual a mi hermano, siempre comiendo sano.— me levanto caminando en dirección a la cocina. —¿Que estoy pagando con mi vida llena de futbolistas?— hablo mas para mi que para el.

Tomó el plato que tiene una rebanada de pastel de chocolate y le quito el plástico que lo envuelve, antes de salir al comedor tomo un tenedor.

—Delicioso.— sigo llevándome el primer bocado dentro.

—Igual y el chocolate te ayuda a recordar mejor lo que estamos estudiando.— se ríe el castaño.

—Lo estoy intentando, ¿vale?

Llevo otro trozo a mi boca, mientras Pablo solo se sienta a esperarme que termine mi snack para continuar estudiando.

—Deberías probarlo, es el mejor pastel de chocolate que he probado en mi vida.— insisto.

—Igual, si se me antoja un poco.— se inclina hacia mi.

Cuando mis ojos y los suyos chocan es como si un encantamiento cayera sobre mi impidiéndome usar mi racionalidad. Su rostro se acerca al mío hasta que nuestras bocas quedan a escasos centímetros.

—¿Puedo probar?

¡Si! Yo se que no se refiere al pastel, espero que no.  Asiento inmediatamente.

Nuestros labios chocan entrando en un tipo de danza sincronizada mezclada con desesperación. Me moría por volverlo a besar, me moría por volver a sentir ese sabor a menta de su boca. Pero aún estaba el hecho de que me había hecho sentir mal alejándose de mi sin darme explicaciones.

—Somos amigos.— corto el beso haciéndole recordar mis palabras el día de la fiesta.

—Ok.— Vuelve a cortar el espacio entre nosotros siguiendo con el beso.

A la mierda, a la mierda todo lo que había dicho en la fiesta, a la mierda su manager, a la mierda todo. Yo solo quería estar con el, disfrutar y esto...

Su mano se cuela por mi cuello atrayéndome hacia el profundizando el beso. No puedo separarme de el y no quiero. Esto es todo lo que había querido desde hace días. Lentamente su lengua se escabulle en el beso haciendo movimientos que me sacan un suspiro. No solo juega bien, también besa de maravilla.

—Ven.— le tomó de la mano caminando hasta el asiento para estar más cómodos.

Antes de sentarse vuelve a iniciar el beso pero esta vez mas lento, con ternura, me hace sentir como si el tiempo no existiera y pudiéramos estar así por la eternidad. Par de minutos después se deja caer en el asiento y me inclino para no cortar con el beso, me aferro a sus hombros ayudándome a sentarme en cuclillas sobre.

Un flashback de nuestra primera cita impacta en este momento, yo se que el también tiene su deja vu.

Llevo mis manos de sus hombros hacia su cuello hacia su cabello jugando con este. Pablo mantiene sus manos a los costados de mi cintura sin moverse de lo nervioso que está. Puedo notarlo. Con una de mis manos guió su mano hasta mis muslo dándole luz verde para pasar de base. El parece entender y comienza a apretar mis caderas contra las suyas, siento como me falta la respiración al sentir su miembro crecer contra mi entre pierna, nos separamos del beso agitados dejando nuestras frentes juntas y el no deja de mover mis caderas a su antojo, me dejo llevar arqueando mi espalda sintiéndome más cerca de el y teniendo justamente su asunto creciendo debajo de mi.

Sus labios rozan mi cuello buscando un punto para clavarse, cuando siento como empieza a dejar húmedos besos sobre este suelto unas risitas que lo contagian a el también. Mi respiración es agitada y no puedo controlar lo temblorosas que están mis manos, por eso me vuelvo a aferrar a sus hombros cuando siento como comienza a succionar y moder la parte baja de mi cuello. Tomo valentía esta vez soy yo quien comienza a mover mis caderas contra el moviéndome en círculos, sonrío de orgullo cuando escucho como de sus labios se escapa un gruñido. Firmemente me toma de los costados de mis caderas alzándome un poco y atrayéndome hacia el de nuevo, haciéndome impactar contra su bulto y vaya que ya podía sentirse duro. Suelto un gemido sobre sus labios que fue silenciado con un corto beso.

—¿Somos amigos?— pregunta Gavi haciendo contacto visual.

—No.— digo aún agitada.

Sonríe de oreja a oreja como si estuviera escuchando su canción favorita.

—Pero no somos novios.

Le borre la sonrisa con solamente cuatro palabras y suelto una pequeña risita.

—¿Entonces?

—Es un proceso.— le digo —míralo así, está de un lado la friendzone y del otro lado ser novios, bueno pues tú estás en medio. Ya dependerá de ti hacia donde quieres ir.— le explico con gestos como si fuera mimo.

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Yo se que les gusto este capítulo, no pueden mentir.

Si creen que después de esto Cass y Gavi ya van a ser felices por siempre, que ingenuas.

XOXO

Hilo Rojo [Pablo Gavi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora