XX

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—¿Me contaras que fue lo que pasó entre tu y Marlene en la fiesta de disfraces?— Espero una respuesta por su parte.

Se detiene algunos pasos antes de entrar a la cafetería.

—Ella y Pedri se besaron.— Puedo notar cierto enojo en sus palabras.

—¿No te agrada la idea?— indago un poco.

Se encoge de hombros sin decir más.

—¿Si te molesta no es porque te gusta Pedri?— insisto en el tema.

Claro que ya había notado las miradas que se tiraban este par, pero no quise decir nada hasta que lo confesaran.

—Ya no importa.

—Claro que si.— alzo mi voz —Además, Marlene ya está en su vuelo de regreso a México.

—Tienes camino libre.— le doy palmaditas en su hombro.

Continuamos nuestro camino hacia la cafetería cuando me llega un mensaje.

Pablo: Hola, cómo estás?

Cassie: Aburrida en la escuela.

Pablo: Quieres hacer algo por la tarde?

Cassie: No lo sé, debería estudiar.

Pablo: Que examen tienes?

Cassie: Química.

Pablo: Si te ayudo a estudiar me dejas verte por la tarde?

Cassie: Esta bien.

Sonrió ampliamente y Daniela lo nota.

—¿Hablando con el novio?— se ríe.

—No es mi novio.

Aún.

Me sonrojo de solo pensar en la idea de por fin llegar a algo serio con Pablo.

—Pronto será tu novio.— dice como si supiera lo qué pasa por mi mente.

Niego con la cabeza.

Quiero a Pablo como más que un amigo, pero es difícil tener una relación con el, porque es una figura pública, lo que significa que si tengo una relación con el no tendríamos nada de privacidad.

Llegamos a la mesa donde ya esperaban Matteo y Thomas hablando de una ¿nueva fiesta? Estos chicos no los detiene ni la carga educativa que tenemos.

—¿Otra fiesta Thomas?— me siento a su lado.

—Pensé que había quedado claro quien es el rey de las fiestas.

Daniela se ríe por lo bajo junto con Matteo.

—Thomas quiere que sea en mi casa de playa.— se queja Matteo.

—¿Sabes lo mucho que cuidan sus padres esa casa?.— Daniela voltea a ver a Thomas como si le salieran patas en la cabeza. —La última vez que fuimos, que fue cuando teníamos catorce años, su madre nos entregó una lista de reglas y se enojo cuando le manchamos su sofá.

—¡Era jugo de naranja en un sofá blanco!— se exalta. —El favorito de mi madre, cabe recalcar.

—Al final lo logramos sacar.— La rubia se encoge de hombros.

Vaya aventura que han pasado estos amigos.

—Si no encuentro lugar, me quedare sin fiesta para las vacaciones de navidad.— Thomas se hunde en su asiento.

—Puede ser en mi casa.— mis amigos me voltean a ver sorprendidos. —Mis padres no estarán para diciembre, viajarán a Mexico.

Volteo a ver a Thomas que volvió a sonreí de solo pensar en su fiesta.

—Eso si, no quiero desastres.— advierto.

...

Llegue a mi casa agotada por la escuela, por eso decidí relajarme un rato en la piscina mientras me auto-convencía de estudiar química. Pablo me dijo que vendría a ayudarme, pero no me mando mensaje. Seguramente se arrepintió de estudiar, no lo culpo, yo ni me hubiera ofrecido en ayudar.

Seguí nadando de un lado al otro tratando de encontrar un punto de relajación cuando levanto la vista viendo a Gavi ya sentado en uno de los asientos del patio esperando a que me diera cuenta de su existencia.

—¡Ostia!— grite cuando le vi. No me esperara que llegara sin anunciarse.

—Ya se te ha pegado lo española al parecer.— da media sonrisa —Lo siento por no avisar, pero te veías muy concentrada.

—Pensé que ya no llegarías.— nade a la orilla de piscina.

—Estaba terminando de firmar unos papeles que me pidieron, por eso me tarde.

Asentí sin decir nada más. Me quede viéndole fijamente a sus ojos, con Gavi me sentía en la confianza de no hablar y solo existir. Pocas personas me hacen sentir de esta forma. El sonrió al darse cuenta de la forma en que lo miraba, pero no me avergoncé, eso es lo que me gusta de él, no me siento mal por demostrar lo que siento.

—¿Por qué no entras a nadar conmigo?— hago un puchero para convencerle.

—Cass, tienes que estudiar.— me reprocha.

—Un rato.— insisto.

El niega riendo mientras se acerca un poco donde yo estaba.

—No seas aguafiestas.

—Cassandra, no traje mi bañador.—Se agacha para quedar más o menos a mi nivel.

Me encojo de hombros quitándole importancia.

Como si mi foquito del cerebro se prendiera me acerco más a él impulsándome con todas mis fuerzas en la orilla de la alberca saliendo un poco de esta quedando a escasos centímetros de Pablo. Note como se puso nervioso hasta soltó un risita, luchaba con mantener sus ojos sobre los míos y no bajar más de eso.

Le sostuve la mirada, vi sus labios, noté como con este acto se relamió los labios y con una gran sonrisa en mi rostro volví a sus ojos. El se acercó lentamente más a mi tratando de conectar nuestros labios, pero conforme el iba acercándose yo me alejaba cautelosamente para que el no se diera cuenta. Cuando veo la oportunidad perfecta acaricio su cuello acercándolo a mi pero deslizo con rapidez mi mano para jalarlo hacia la piscina.

Me rio viendo cómo cae a la piscina salpicando un poco de agua hacia fuera, el sale con rapidez a la superficie y me mira con el ceño fruncido.

—Me engañaste.— se escucha indignado.

No paro de reírme hasta que siento como va nadando hacia mi y decido correr, bueno, trato de correr en la piscina, lo cual fue estupido porque me alcanzó a los tres pasos rodeando mi cintura entre sus brazos.

—¿Está rica el agua?— pregunto con sarcasmo.

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Esperen atentos el próximo capítulo.

XOXO

Hilo Rojo [Pablo Gavi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora