Tal como había prometido Jeno, había una habitación preparada para él en la otra ala de la clínica. Una enfermera muy amable y alegre, Linette, lo ayudó a calmarse, levantándole el ánimo con sus bromas. Ayudó a que Jaemin se sintiera bien. Se sentía un poco increíble, en realidad. Atrás quedó el zumbido constante de excitación, la distracción, la insatisfacción discreta y la necesidad debajo de su piel. Su cabeza se sentía clara y tranquila por primera vez en meses. Le inquietaba cuánto había estado comprometido durante meses sin ser plenamente consciente de su alcance.
Durmió como un bebé, a pesar de estar en una habitación desconocida que olía tan estéril e impersonal. El abrigo de Jeno definitivamente ayudó. Olía tan bien.
Lo hizo sentir seguro. A Jaemin ni siquiera le molestó que sus lecturas fueran monitoreadas constantemente mientras dormía. Se sentía bien, cómodo y tranquilo.
Su serenidad duró todo el desayuno, que fue excelente, pero al final de la mañana, Jaemin comenzó a sentirse agitado nuevamente. La enfermera que vino a revisar sus lecturas negó con la cabeza y dijo: —Le diré al médico.
El estómago de Jaemin dio un vuelco. —¿El Dr. Lee ya está aquí?
—Está con otro paciente, pero se supone que debemos informarle cuando sus lecturas cambien. Vendrá aquí tan pronto como pueda.
Jaemin asintió, fijando sus ojos en su tableta. No los levantó hasta que la enfermera se fue, preguntándose si sabía qué tipo de tratamiento había estado recibiendo Jaemin.
El tiempo parecía arrastrarse. Jaemin se mantuvo ocupado, enviando mensajes de texto a sus hermanos y a los Nakamoto, organizando una gran vida social en beneficio de su familia y asegurándoles a los Nakamoto que estaba bien. Yuta y Renjun se habían ofrecido a acompañarlo a su cita, para monitorear lo que estaba sucediendo, pero Jaemin se había negado, la mera idea lo hacía temblar. Ya era bastante malo que su doctor lo haya visto así, no quería que otras personas lo miraran, como si fuera un espectáculo de fenómenos.
Por fin, la puerta se abrió de nuevo y Jeno entró. El alfa se veía tan impecable como siempre, su hermoso rostro era una máscara de profesionalismo.
—Buenos días, Jaemin, —dijo, recogiendo el historial que la enfermera había dejado para él y estudiándolo. —¿Cómo te sientes esta mañana?
—Un poco inquieto otra vez.
Jeno frunció el ceño, y la mirada de Jaemin se dirigió impotente a su fuerte mandíbula y labios carnosos y firmes, antes de viajar a la garganta del hombre por encima de su cuello blanco.
Puaj. Se rascó inquieto. Estaba caliente de nuevo.
Jaemin se retorció y cruzó las piernas, cubriendo su erección con su rodilla ligeramente levantada.
—Sus lecturas son un poco mejores de lo que eran ayer antes del experimento, —dijo el médico, con los ojos todavía en el historial del paciente. —Estuvieron dentro del rango normal durante catorce horas antes de volver a dispararse. Eso no es tan bueno como esperaba, pero es mejor de lo que esperaba. Tus niveles de xortenesol son más bajos, lo que indica que tu cuerpo fue realmente engañado para que creyera que tuviste relaciones sexuales con un alfa.
—Eso es bueno, ¿verdad? —Jaemin dijo, juntando sus manos en su regazo.
Jeno lo miró. Sus ojos parecían cafés hoy. —Lo es, —dijo. —Pero como ya dije, esta es una medida provisional. Solo un alfa compatible, o engañar a tu cuerpo para que piense que tiene un vínculo de apareamiento con un alfa, estabilizará tus hormonas a largo plazo.
Jaemin hizo una mueca. —Si, lo tengo. Deberíamos darnos prisa, entonces. Yuta quiere que asista a reuniones sociales para conocer a jóvenes alfa elegibles—. Se rió un poco. —Va a ser un desastre. Así que espero que este tratamiento funcione.