CAPÍTULO 8....................EVAN

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Estoy nervioso, al fin voy a poder hablar con ella, he esperado este día durante años.
El soldado jefe de la guardia real está junto a mí, estamos esperando a que lleguen la reina y la princesa. Entonces es cuando la veo, se ve tan delicada con ese vestido blanco y dorado que arrastra por todo el césped del jardín unas tiras bordadas.
-Majestades —dice el jefe mientras hace una reverencia.— Este es Evander Lawton, el protector de la futura reina— les informa antes de señalarme, después hago una reverencia.
-Lawton —dice la reina.— tu familia lleva siglos trabajando aquí, lamento lo de tu padre.
-Gracias Majestad —respondo.
Yo no siento la muerte de mi padre,ya que era una mala persona a la que sólo le importaba las apariencias de la familia ante los demás.
-Así que tú vas a estar pegado a mí el resto de mis días —dice la princesa extendiendo la mano para que se la estreche. Su voz es tan bonita, tan cálida, no quita esa sonrisa y yo no puedo apartar la mirada.
-Exacto majestad —respondo pegando nuestras manos.
Después de presentarnos, estamos unos minutos hablando los cuatro y después ellas dos se marchan a otro lado del jardín.
-La reina va a estar todo el día fuera, lo que significa que debes estar pendiente de la princesa y seguirla a cada rincón de palacio —me informa el soldado.
-Yo creía que solo tenía que seguirla fuera de palacio.
-Son nuevas normas chico —me dice antes de irse.
Cuando ya está lejos no veo a la princesa, así que entro en palacio y me quedo en la puerta de la cocina, que está junto a las escaleras y así podré ver cuando entra. Unos minutos después ella aparece. Algo dentro de mí quiere hablarle y preguntarle cosas sobre ella, pero lo tengo prohibido, solo debo hablarle de forma profesional.
-Majestad.
-Lawton.
Ella va hacia adentro de la sala y yo voy detrás de ella, cuando se para y se gira hacia mí.
-Lawton, ¿me estás siguiendo? —me pregunta.
-Así es Majestad, debo protegerla en cualquier momento.
-Pero estoy en Palacio, pensaba que sólo me seguirías afuera de las puertas de este, como lo hace el guardián de mi madre.
-Son las instrucciones que se me han dado Majestad.
Veo que piensa algo unos segundos y después sale deprisa y sube las escaleras hasta su habitación.
-Lawton.
-¿Qué ocurre Majestad?
-¿También vas a seguirme dentro de mi habitación? —su pregunta me sorprende.
-Yo no lle sigo Majestad, cuido de usted, pero respondiendo a su pregunta, solo tengo permitido entrar a su habitación si escucho algo fuera de lo usual.
-Que bien, al menos puedo tener algo de intimidad aquí —puedo notar tu ironía justo antes de que cierre la puerta en mi cara.
Se ve que no le ha gustado que tenga que seguirla a todas partes, la verdad es que es una invasión de la privacidad.
Pasadas unas horas una doncella entra en la habitación para que baje a almorzar. Pasamos toda la tarde sin decirnos una sola palabra, hasta que, después de cenar, la acompaño a su habitación y me dice:
-¿Alguna vez hablas Lawton?
-Solo lo justo y necesario Majestad —respondo.
-Si me permites darte mi opinión, pienso que es muy triste pasar el resto de tu vida sirviendo a personas que creen estar por encima de ti y tan siquiera decir palabra —sus palabras me dejan sin respuesta y me quedo mirándola.— Buenas noches Lawton.
-Que descanse Majestad.
Cuando cierra la puerta me pongo a reflexionar sobre las cosas que me ha dicho. Si ella quiere que hable, hablaré.

.

A la mañana siguiente, justo antes que la princesa despierte, me acerco a la cocina para informarme sobre lo que va a comer durante todo el día. Después, subo a mi puesto a esperar a que salga.
-Buenos días Majestad.
-Buenos días Lawton, veo que sigues aquí.
-Siempre debo estar junto a usted Majestad —le recuerdo. Cuando lo digo, algo en su mirada se vuelve triste y decido que es hora de intentar otra forma de tratarnos. —Adelante Majestad, bajemos al comedor, allí le han preparado unas tostadas de aguacate con fruta tropical cortada y un zumo de piña y uvas. —al escucharlo, una pequeña sonrisa se forma en su cara, pero no habla.— ¿Se encuentra bien Majestad?¿Es que no le gusta algo de la comida que le he mencionado?
-No Lawton, la comida está bien, gracias por haberme informado, es un detalle por tu parte.
Después del desayuno tiene una reunión con el educador de futuras reinas, así que nos reunimos en la biblioteca, ellos se sientan y yo me quedo detrás de ella.
-Es un placer conocerle al fin Majestad, esta será una semana llena de quehaceres —dice él.
-Encantada de conocerle Señor Golfder.
-Bueno, el día de hoy le explicaré los eventos de esta última semana como Princesa —empieza a explicarle.— hoy deberá buscar algún hobbie Majestad.
-¿Un hobbie?
-Sí Majestad, algo que le guste hacer en su tiempo libre, algo como montar a caballo o tomar el té con sus amigas.
-Yo no tengo amigas, no me gusta la gente —responde.
Eso hace que suelte una carcajada sin querer y ella me mira fijamente.
-Lo siento Majestad —me disculpo.
El resto de la mañana están hablando sobre sus quehaceres como futura reina y al salir de llí ya es la hora de almorzar.
-Lawton.
-¿Sí, Majestad?
-¿Sabes qué hay de almuerzo?
-Estofado de carne con verduras, sopa de verduras, agua mineral recién traída esta mañana y de postre un pastel de queso y mermelada de fresa, Majestad.
-Gracias Lawton —responde antes de mirar la flor que está en sus manos.— una cosa más, quiero que cada mañana bajes al huerto a coger uno de estos y colocarlo en tu uniforme —me ordena mientras me coloca el narciso en un pliegue del uniforme. Por un momento nuestras miradas se cruzan y nos quedamos unos segundos mirándonos fijamente el uno al otro, esos ojos profundos que te envuelven como una manta en una noche fría de invierno.— iré a comer eso tan delicioso que has mencionado.

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