Natasit suspiró, tranquilo en el pecho del alfa pelinegro.
Estaban en la misma habitación de siempre, con la iluminación habitual y todos los aromas flotando en el aire.
Max, como todas las veces, hundía su nariz en el cabello del omega para llenarse sólo de su aroma y dejar los demás fuera de su sistema. Gruñó, cuando el chico se movió en su lugar intentando salir de los brazos del pelinegro.
—Mmm, mío —gruñó posesivo al oído. Los muslos del alfa se movían debajo de Nat. Se dejó caer de nuevo.
—Sí. Tuyo, pero me tengo que bañar alfa —murmuró. Sonrió cuando el alfa mordisqueo su oreja. —Pronto tendré más clientes, y me debo preparar, Max.
El alfa negó. No quería soltarlo.
—Pagaré otro turno —murmuró, sobre la cabeza del chico. Afianzó su agarre. —Por favor, no. Quédate, Omega.
Hacía ya varios meses que Max y Nat tenían encuentros que nada que tenía que ver con una relación de “cliente y contratado”. El alfa venía todas las semanas, y se quedaba por lo general toda la noche con el omega y a éste al principio le parecía un tanto extraño. La primera noche, tuvieron sexo, pero el alfa en lugar de irse, luego, sin darles siquiera una mirada el pelinegro, se quedó. Le pidió dormir con él, y eso le sorprendió porque la mayoría solo buscaba saciarse las ganas y luego desaparecer. Era lo común, lo que todos hacían después de usar los cuerpos que allí habitaban.
Las noches venideras, ni siquiera había intento de intimidad sino simplemente hablar o dormir uno abrazado al otro. Natasit pensó que el alfa lo hacía porque simplemente estaba sólo, y no tenía a nadie más que le acompañase, pero todo cambió cuando Max le pidió que se fuera con él, una de esas noches en las que la luna era eterna ahí fuera, que dejara ese lugar y que fuera solamente suyo, en todos los sentidos.
Natasit casi se desmaya ante aquel pedido. Por supuesto no aceptó. No podía. Luego llegó lo de la fiesta de Panich Enterprise y Max ofreció pagarle por todas las horas para que lo acompañara, pero el omega se negó a cobrar la parte que a él le correspondía por ese tiempo. Como a todos lo que estaban ahí, en ese Burdel, una parte era para los dueños del lugar y sólo le pidió el dinero necesario para no tener problemas, porque sí los podía tener. Y muy grandes. Había visto muchos omegas tenerlos a causas de alfas molestos.
Para ese entonces, Max ya se había propuesto todas y cada una de las veces iba a verlo, y a Natasit le costaba cada vez más decirle que no, por más que desease lo contrario. El alfa argumentó que era su alma gemela, y Nat ya estaba seguro que él era el suyo también.
Pero no podía. Simplemente no podía irse.
—Ven conmigo —suplicó el alfa, con ojos grandes y oscuros. Brillantes y suplicantes. —No quiero... no te quiero más aquí. No más clientes, por favor Nat —susurró, poniendo en palabras su más profundo miedo. —Me muero por pensar que no me quieres. Que no sientes lo mismo que yo.
—No, no, no, Max —se apresuró a decir, acunando el rostro del alfa. —Yo sí te quiero, alfa. Te quiero, pero no puedo irme. No puedo.
—Ya te lo dije, ven conmigo. Vamos a solucionar todo, tu familia... lo que sea que te detenga en éste lugar, omega.
—Mi familia depende de mí, Max —le dijo, con voz cansada. —Mi padre omega está postrado en una cama, con un lazo roto y dejándose morir. Tengo tres hermanitos a los que mantener, simplemente no puedo... dejar todo.
Max iba a hablar, pero tenía el corazón roto por la historia de Natasit. Era la primera vez en meses que el omega le contaba el por qué estaba ahí, sabía que no era como la de NuNew, que había estado por obligación. Que no tenía alguien que lo manejara, y era por eso que no entendía por qué Nat no quería o no podía dejar ese inmundo lugar.
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Burdel | ZeeNuNew
Fiksi PenggemarZee Pruk es un alfa, fuerte y seguro, concurre una noche al burdel Petit Omega para culminar el día de su cumpleaños, casi obligado por su amigo de la vida, pero éste está seguro que es mala idea. Lo que no sabe, es que conocerá a un Omega de ojos v...