Capítulo 51. Let her go

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Medicine: Let It Go—James Bay

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Medicine: Let It Go—James Bay

Narrador omnisciente

De pequeña solía pensar sobre la vida.
Si todo estaba destinado a ser o las personas mismas escribían su destino.

Si alguien estaba destino a morir en un tal día, a una tal hora, iba a pasar o habría algo que pudiera evitarlo.

Si nosotros somos los creadores de nuestro destino, ¿podemos cambiarlo?

Tomamos miles de decisiones en un solo día, como elegir el desayuno, la ropa, o que serie comenzar a ver.

Esas decisiones definen quiénes somos, y una mala decisión puede desencadenar una serie de eventos catastróficos que destruyan nuestra vida.

Una sola decisión.

Un mal día es suficiente para corromper el alma más buena.

Porque así es el mundo.

Y decir que a las personas buenas le pasan cosas buenas sería una falacia. Porque ella sabía más que nadie la buena persona que era Beth, sabía que tenía el corazón más puro que jamás haya conocido.

Por un buen rato dejó de pensar. El cerebro sólo dejó de procesar información, y se dedicó a mirar la pared que estaba frente a ella.

Hizo lo que mejor sabía hacer: escapar. Escapó de su familia, dejándolos atrás en el bosque. No podía lidiar con tantas emociones y solo escapó. Terminando tirada en un callejón detrás de un restaurante.

Solo pudo pensar que no existía mayor dolor que recordar los tiempos felices desde la miseria. Sin duda estaba en la miseria. Sucia, sola, junto a la basura donde creía que pertenecía.

A lo lejos escuchó el chillido de unas llantas. Estaba amaneciendo, así que las calles empezarían a estar concurridas pronto.

Llevó las manos a la cabeza, tapando sus oídos y negándose a escuchar cualquier cosa, incluido sus propios pensamientos que no la dejaban en paz. Todo parecía irreal, como un sueño del cual intentaba despertar.

La ligera lluvia eterna de Forks le ayudó a limpiar sus manos y partes de su rostro, pero las manchas de sangre no salían fácilmente de la ropa.

Pegó un brinco por un toque en su hombro. Frunció el ceño levantando la mirada, encontrando una sombra borrosa, parpadeó reiteradas veces para aclarar su vista debido a la lluvia combinada con sus lágrimas.

—Chloe, ¿que pasó? ¿Estás bien?—la sombra se hizo visible, dejando ver el inconfundible bigote de Charlie Swan.—¿Me recuerdas? Soy Charlie, el jefe de la policía—inocentemente se presentó.

—Alguacil Swan—murmuró con dificultad.

—Ven dame la mano—extendió su pálida mano. La castaña  asintió desorientada y se levantó del suelo con ayuda del hombre.—¿Estás bien?—insistió con la pregunta.

Medicine |Rosalie Cullen|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora