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Se encontraba con su mejor amigo en ese momento, y él estaba exasperado por el conjunto de malas decisiones que había tomado en el tiempo que había estado ausente; en ocasiones sentía que aún lidiaba con el adolescente con el que había crecido en la escuela en vez de un adulto hecho y derecho. Pero era su mejor amigo, y aunque la idea no le gustaba, sólo debía aceptarlo y luego, cuando el tiempo pasara, le tocaría consolarlo una vez más cuando su corazón fuera roto por la misma persona que ya se lo había roto con anterioridad. Pese a todas las excusas que el muchacho le entregaba con respecto a su comportamiento, la pregunta seguía girando una y otra vez en su cabeza, sin embargo, no la hacía con la intención de no lastimarlo.

"Es impresionante todas las cosas que puedes hacer cuando me voy por dos días." Terminó por bufar cuando el joven ya se había hecho y deshecho en excusas para justificar su comportamiento en las últimas cuarenta y ocho horas. "¿Quieres saber mi opinión o quieres que aún seamos amigos?" Preguntó con sinceridad, viendo a esos ojos color pardo antes de haber llevado la taza de café que le había ofrecido hasta sus labios.

"Creo que olvidas que no soy un niño y que, de hecho, tenemos la misma edad." Murmuró George al momento de dejarse caer al sofá, justo a un lado de su amigo.

"No lo olvido, pero parece que tú si lo haces al tomar una decisión mala tras otra."

Ellos se conocían desde que tenían memoria, sus padres se habían hecho amigos cuando ambos estaban en el jardín de infantes, y desde ahí la relación nunca volvió a romperse. Se habían distanciado un poco al crecer por asuntos de tiempo y disponibilidad, pero nada que no se hubiera arreglado al momento en que los dos terminaron la universidad. Thomas negó un par de veces con su cabeza antes de soltar un pesado suspiro, ver a su hermano sufrir de esa manera por alguien que no le merecía era casi tan doloroso como si le estuviera pasando a él.

"No mereces nada de eso, George." Se atrevió a decir un par de segundos después, en los que el muchacho había esperado con ansias su opinión. "Eres guapo, eres joven y eres inteligente, no deberías conformarte con lo que él te da."

"Creo que no lo entiendes, tú tienes tu vida solucionada hace años." George negó un par de veces con su cabeza, sintiendo ese conocido pesar en su pecho otra vez. "Tienes a quién amar y a quién te ama... No te sientes solo, y tienes quién te acompañe si es que alguna vez llegas a sentirlo."

Thomas en cierta medida lo entendía, su mejor amigo, aún teniendo veintiséis años, nunca había conocido lo que era el amor, o al menos no de manera seria, y ahora que lo había hecho, parecía haber escogido la peor forma de tomarlo y hacerlo para sí. Sentía que debía entenderlo, pero también sentía la necesidad de protegerlo, hacerlo entender que eso no era a lo que debía optar, mucho menos con un hombre casado.

"La soledad es pasajera, amigo... Y siempre se va tal como llega." Dijo, intentando animarlo un poco, aunque no dio demasiado resultado. George toda su vida había sido un solitario, y pese a que ahora estaba algo acompañado, Richard no era la mejor compañía a la que podía optar. "Alguien habrá, en alguna parte del mundo, que te esté esperando para darte todo el amor que va guardando."

"¿Y qué ocurre si ese alguien es Richard?" Preguntó con algo de ingenuidad, aunque sabía que su respuesta le golpearía como un puño en la boca de su estómago.

"No lo creo, Geo... Él ya ha puesto su amor en otro lugar antes de que tú llegaras."

Su amigo tenía razón, pero él no quería aceptarlo, no se sentía dispuesto a aceptarlo. Era difícil pensar en un futuro con alguien más cuando su presente estaba manchado de los ojos azules de Richard, su sonrisa y su encanto. Tal vez, su amigo estaba en lo cierto, y haberlo buscado en la casualidad de esa noche sólo había sido un error. De pronto, se sintió ligeramente abrumado por las sensaciones que controlaban su cuerpo, y su hermano pudo notarlo.

"Creo que lo único que puedo decir para tranquilizarte es que yo sé..." Comenzó diciendo mientras lo llevaba hacia sí con un abrazo, esperando a que su mala cara se detuviera y comenzara a pensar en algo más. "Yo sé que alguien vendrá y dará todo su amor por ti, y que serás feliz." Concluyó casi con pesar en su voz. "A no ser que de verdad él esté dispuesto a dejarlo todo por ti."

George se limitó a negar con su cabeza, pues sabía bien que Richard no estaría dispuesto a algo como eso, ya se lo había dicho una vez y se lo había vuelto a confirmar dos días atrás cuando lo dejó flotando en el recuerdo de la noche de su amor para volver con su esposa. Todo lo que había pasado esa noche parecía haber desaparecido con las verdades que su amigo le había dicho, habían quitado el halo de fantasía que el ojiazul se había encargado de poner en frente de sus ojos una vez más.

"Creo que tendré que tomar una decisión." Susurró apenas el ojipardo, separándose del abrazo que le ofrecía su mejor amigo para poder verlo. "Y creo que tendrás que recibirme en tu casa por un tiempo, no me gustaría estar solo después de eso."

"Jenny estará encantada y Elizabeth tiene muchas ganas de ver a su tío." Dijo Thomas con una sonrisa leve en sus labios, sabiendo bien que se avecinaba otro desastre, pero que al menos su amigo estaba dispuesto a buscar ayuda y apoyo en las personas que realmente lo amaban. "Todo estará bien." Aseguró.

George dudaba que todo estuviera bien luego haber pensando en todo aquello, sabía bien que su vida volvería ser el agujero negro que había sido en los últimos meses por la ausencia de Richard, pero ya no podía engañarse más. Él necesitaba todo, no sólo unas migajas, necesitaba seguridad y amor, no incertidumbre y el cariño que alguien más no estaba dispuesto a recibir. Tal vez haría un acto de amor por primera vez para sí mismo.

Someone Will Come [Starrison]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora