Capítulo 28

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Pasan dos semanas de lo sucedido con Max como siempre me refugio en mis amigos sobretodo cuando ellos me sobreprotegen.

Max fue expulsado tres días después del incidente conmigo, ya que descubrieron que se drogaba junto a sus amigos en la misma universidad.

Termino de arreglar mi bolso, me despido de mamá y bajo a esperar que llegue Albert o Dylan si es que este así lo quiere, después de confesarle lo que sentí en el momento que golpeaba a Max, este se distanció mil veces más, ahora ni siquiera podemos vernos por que esquiva la mirada de inmediato, creo que fue muy absurdo de mi parte confesarle eso. Me deje llevar del momento y necesitaba dejar de mirarlo como James, debía dejar de ver a mi novio en él a pesar de su parecido, aún así no me arrepiento del todo.

Las clases han ido muy bien, he entregado todo a tiempo y más aún teniendo a Anne quien me ayuda en todo.

Paso por la cafetería y veo a los amigos de Dylan sentados con Annet, Albert y Ángel quien me ve con una sonrisa.

—¡Hasta que llegas! Sino tú amiga me come vivo. —Suspira, ya que no se llevan bien.

—¡Oh, vaya ni lo pienses, no te defenderé, para nada. —Ángel me mira asombrado y se va con el ego herido.

—¿Se molesto?— Pregunta Ann

—No, él es así, solo que sí se va le da más dramatismo a su personaje. —respondo restándole importancia.

Busco a Dylan con la mirada, pero sé que no estará, siento que no quiere estar cerca de mí vista.

—No está, está enfermo —Dice Albert, como si leyera mi mente lo miro y sé que me lo ha dicho a mí.

—¿Hablan de mi hermano? Larga historia... —Confiesa.

Al parecer es muy evidente que piense en él, ya que todos me miran y  hablan entre sí.

Me levanto y me despido de todos diciéndoles que voy a casa. Ann y Albert dicen para llevarme, pero sé los impido.

Salgo de la universidad y comienzo a caminar hacia mi casa, no espero el autobús y como una vez hice cuando estaba molesta con James empiezo a observar todo a mi alrededor absorbiendo su energía.

Veo en la acera un folleto, miro la imagen y sé donde es, es una invitación al museo de Cialin recién inaugurado, no queda muy lejos de casa, no lo pienso mucho y empiezo a caminar hacia esa dirección.

Al llegar admiró cada obra de arte, es fascinante poder admirar cada silueta, cada imagen, cada arte que fue moldeado y trabajado, así que me pierdo disfrutando de la hermosura.

Dylan

—¿En que piensas? —Me pregunta Criss, una compañera de clases, que a pesar de no tratarla muy bien, se ha ganado mis respetos ya que no es una chica común.

—En nada en especial. — me mira, pero no me cree.

—¿Esa chica no es Stella?— Pregunta mirando hacia la puerta del museo y sí, lamentablemente es ella.

—Sí lo es —Suspiro cansado, mientras me acuesto en mi asiento.

—Tal vez sea un poco paranoica, pero Max está a punto de entrar al museo y no creo que sea la clase de chico que vaya al museo —Abro los ojos de inmediato y veo a Max entrar al museo.

—¿Cómo sabes de Max? —Le pregunto impaciente.

—Conozco a Stella desde la secundaria, bueno de conocerla no, solo de vista, sé quien es Max y también James, su novio era sobreprotector ¿Pero como no lo sería, si Max siempre estaba allí para hacerle daño a ella. —Me levanto enfadado por el idiota, me disculpo con Cris y salgo a proteger a Stella o sea lo que sea que deba de hacer para que no le pase nada.

Entro al lugar y comienzo a buscarla, cuando escucho a Cris a mi lado, señalando a la chica distraída que siempre es.

—Creo que debemos acercarnos de forma amistosa, si nos damos prisa Max se alejará. —Cris me adelanta y camina a toda prisa y yo me siento como él más estupido por hacer esto.

—¡STELLA, STELLA!—Grita a todo pulmón la pelirroja llamando la atención de Stella, pero también la de Max y su amigo, estos cuando nos ven, se dan la vuelta y siguen hacia otro lado del museo.

—Hola, creo que tal vez no me conoces, pero estudiantes en la misma  secundaria que yo, conocía a James y sus amigos ellos estudiaban conmigo, mi nombre es Cristal. —Le tiende la mano a una muy confundida Stella.

—Mucho... gusto. —Esta avergonzada lo notó por sus mejillas sonrojadas, así que sólo admiro lo tierna que es hasta que Cris me mira para que diga algo.

—Estábamos paseando por aquí y decidimos venir a saludarte, no sabía que te gustaba el arte. —Trago saliva pensando en lo estupido que me siento ahora y en lo que ella pensará.

—Sí me gusta el arte por mi madre, no lo entiendo, pero es hermoso poder admirar algo que no entiendo, ni comprendo, que a pesar de eso quiero descifrar. Tal es estupido lo que digo... creo que debo irme. —Vuelve otra vez su vergüenza y está vez no la disimula, Cris no se queda atrás y como siempre me mete en sus planes inesperados.

—Esta bien, pero no sé si querrás ir con nosotros por unos helados, yo invito, no te llevará mucho tiempo ¿Sí? —Miro a Stella con una sonrisa, a ver si eso lo convence y no le queda de otra.

—Esta bien, sólo será un momento.

Vamos por unos helados mientras Cris atormenta a Stella con sus preguntas y con un montón de información que ni yo mismo logró asimilar.

Terminamos los helado y acompañamos a la chica a su casa, nos despedimos y vamos camino a casa de Cris que queda a solo una calle antes de la mía.

—Al menos esto salió mejor de lo que pensaba, creí que debía de enfrentarme al grandote —La miró incrédulo.

—¿Creiste o me lo dejarías a mi? —Me burlo

—¿Crees que tu sólo puedes? Las mujeres también somos fuertes, Machote —Y seguimos riéndonos por todo el camino con las ocurrencias de mi compañera que está loca.

Llegamos a su casa, nos despedimos y sigo a la mía.

Camino pensado en la chica de ojos verdes cautivadores, algo en su mirada se me hace familiar, pero no es por qué la haya visto antes, es sólo que me recuerda a alguien que no quiero volver a ver nunca más y sobretodo no quisiera recordar.

Recuerdo cuando Stella me confesó, que cuando la salvé no me vio a mi, sino a su novio, me enfade, pero no por lo que dijo, ya que ella fue más valiente que yo en confesarlo, ella también se parece a la persona que más amé en mi vida, sin embargo se convirtió en la parte más dolorosa de la cuál nunca más quisiera volver hablar.

Llegó a la casa, no consigo a nadie, así que voy directo a mi cuarto, al tocar la cama, comienzo a dormirme y así poder olvidarme de todo lo que me aturde.

Holis, aquí tienen un capítulo.

Les pido un favor, no dejen de leer, tomen su tiempo, pero lleguen hasta que final de esta historia de amor.

 En dos MundosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora