—¿Qué es tan importante para que me citara en este lugar? —cuestionó una voz familiar, por lo que corrí el corto tramo que me separaba de la habitación de la que supuse venía el sonido, en un idioma que reconocía pero no podía nombrar.
Unas enormes y pesadas puertas de lo que parecía oro solido se posaban ante mí y, por la pequeña inclinación de una de las hojas, asomé mi rostro. Solo esperaba no estar cometiendo un grave error.
—Venga conmigo, su alteza —suplicó una mujer de largo y rizado cabello zanahoria. Estaba postrada sobre sus rodillas y, por mi posición, no pude ver su rostro, pero lo que sí era bastante obvio era su miedo, pues temblaba—. Es sobre su hermana.
—¿Cuál de ellas? —cuestionó con superioridad la que supuse era la reina, sin embargo, en comparación a la vez anterior, denotaba curiosidad y hasta miedo.
El aire empezaba a tornarse pesado y, puedo jurar, la tensión de la habitación podía cortarse con un cuchillo.—Eu Sung, su majestad. Nuestra señora está en peligro —El pánico en su voz era demasiado y sentí que mi garganta se secaba con solo pensar que se estuvieran refiriendo a mi madre.
—¡¿Dónde está?! ¡¿Por qué ha tardado tanto en solicitar ayuda?! —La mujer, que supuse era la reina y cuyo rostro no había podido ver antes, se levantó con rapidez, por lo que esta vez tuve una visión completa.
Y no podía ser cierto, ella era la viva imagen de mi madre. Su cabello, su rostro, su piel, sus ojos, incluso su boca. No había nada que las diferenciara a una de la otra. Excepto, tal vez, que esta llevaba una corona y una túnica con finas sedas, que no pude imaginar en mi madre. Ella amaba los vestidos y las sinuosas telas, pero detestaba la ostentosidad y este traje era todo lo que no imaginaba en Eu Sung.
—Lo... lo sien... to —balbuceó la informante, pero aún luego de ese exabrupto, no levantó el rostro y permaneció postrada en su lugar.
—¡Lléveme con ella y una vez lo haga solicite toda la ayuda necesaria! ¡La mujer de la que habla es una noble de nuestro reino y pagará caro por su negligencia si algo le llega a suceder! —Sentí cada cabello de mi cuerpo erizarse. El tono de la reina era imperativo y me dio pena por la mujer que estaba transmitiendo la información.
No obstante, lo que más me asustaba era la salud de la que quería creer no era mi madre. No, no lo era. Me habían dicho que mi madre estaba bien en el mar. Ella me prometió que volvería a verla y esa no era la forma de cumplir su promesa.
Sentí un ligero cosquilleo en mi nariz y una terrible punzada en el corazón, pero aun así me negué a que esto fuera real.La pelirroja se levantó con pasos suaves, tambaleándose sobre sí misma y, sin levantar el rostro, asintió a la reina.
—Sígame, por favor —pidió y caminó con rapidez hacía la puerta... hacía mí...
Durante un segundo, me sobresalté al pensar que podían descubrirme y corrí junto a la columna más cercana, esperando que no me notaran. Pero tener un momento para razonar me hizo darme cuenta de lo obvio. Yo no podía estar aquí. Era una visión donde todo era real, salvo mi presencia.Las mujeres salieron corriendo y me apresuré a seguirlas, preocupada por el estado de la que podría ser mi madre.
—Por aquí —Indicó la voz de la pelirroja, a lo que parecía varios metros de distancia.
—¿Qué hace Eu Sung en uno de los sótanos? ¡Mi hermana debería estar en una de las mejores habitaciones! ¡Más vale que tenga una buena razón para esto! —vociferó, más hubo silencio una vez se escuchó el sonido de unas puertas.
Me asustó la sensación de soledad que se instauró en mí, pero ello no me detuvo de acercarme a la puerta por la que las mujeres habían entrado.
Se escuchaban murmullos suaves y lo que parecían sollozos.
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CDU 2 - El legado de Faedra [GRATIS]
FantasyCuando los miedos superan las seguridades, el mayor refugio se halla en ti mismo. Luego de conocer la crueldad de su mundo y casi morir en el intento, Ilora sabe que nadie está exento de nada y que cuando la línea entre la vida y la muerte es tan fr...