Mi décimo sexto cumpleaños había iniciado con una ida a la iglesia, donde al final, mencionaron mi nombre e hicieron una oración para resguardar mi salud y agradecer al señor los años de vida proporcionados.
Y al final de esta muchos conocidos empezaron a felicitarme y a llenarme de abrazos y besos por finalmente haberme convertido en una hermosa jovencilla, ni siquiera me di cuenta el momento en el que mis padres desaparecieron de mi lado.
Luego de un par de minutos la coordinadora del grupo de jóvenes, Jeon Hyewon, me llamó con una sonrisa. Se decía en la iglesia que si ella te sonreía tu mañana iba a estar llena de alegría, era algo que nunca comprobé.
- Freen te quería presentar a la hija menor de los Arsmtrong, la familia que se ha mudado recientemente - su único defecto era que siempre alargaba las cosas- Ella se unirá al grupo de jóvenes esta semana y eres la persona con más fe que he conocido, así que quisiera que guiaras las primeras semanas a Becky Armstrong.
Mi vista cayó en la muchacha de aproximadamente 1.60 cm, con un cuerpo delgado pero que era cubierto por un horrible y gran hoodie de color celeste, llevaba unos pantalones mezclilla rotos de las rodillas y su cabello negro estaba un poco desordenado.
Demasiado diferente.
Yo portaba un vestido blanco con flores y zapatillas al juego, mi cabello estaba arreglado dando una imagen limpia. La imagen de una hija perfecta.
— Por supuesto —Pero llegar a la perfección también hace que nunca rechaces algo— Mi nombre es Freen Sarocha
Hice una pequeña reverencia para saludarla pero al volver a mi posición normal solo pude sentir sus ojos recorrerme, sentí que era de esas chicas que solo me causaría problemas.
— Un gusto en conocerte, llevemonos bien en el futuro —Pero su voz alegre con su sonrisa que mostraba dientes me decía lo contrario.
Unas palmadas en mi hombro hicieron que me sobresaltara, sentía un horroroso escalofrío recorrer mi espalda, odiaba que me tocarán de repente pero por el rabillo de mi ojo podía notar que era mi padre con una gran sonrisa.
— Veo que ya conociste a la hija menor de los Arsmtrong pero tenemos que regresar a casa, podrán charlar más tarde cuando se realice la cena.
Mi ceño se frunció al escuchar aquello, no recordaba que alguien mencionase sobre hacer una cena aquella noche pero por el tono de mi padre supe reconocer que mi plan de celebrar mi cumpleaños solo con mi familia iba a ser desechado.
Me despedí de ambas y me fui con mi padre que se despedía de todos con una gran sonrisa y con la frente en alto.
Al subir al auto hecho mi cabeza hacia atrás, ni siquiera era medio día pero por alguna razón me sentía abrumada, quería dormir de nuevo.
Pero el tiempo pasó demasiado rápido y cuando me di cuenta ya eran las siete de la noche; usaba un vestido rosado pálido sin muchas decoraciones y dejé mi cabello suelto para luego salir de mi cuarto e ir al comedor.
Mi madre había puesto un mantel a la mesa con un cesto de frutas en el centro, había siete platos en la mesa con sus debidos cubiertos.
Los invitados estaban en la sala y podía saberlo al escuchar voces desconocidas provenir de ésta, a paso lento y con una sonrisa me acerque a saludar.
— Buenas noches —mis ojos viajaron por los invitados, un hombre cerca de la edad de mi padre y una mujer no mucho mayor que él.
Pero se detuvieron al notar a la muchacha mas joven, cabello negro, delgada y con un rostro de completo desinterés pero trataba de mantener una sonrisa. Ya la conocía.
— Hija, ellos son los Señores Armstrong, su hijo mayor, Richard y ya conoces a Becky —Definitivamente había una diferencia entre el mayor y la menor.
— Un gusto en conocerlos.
La cena pasó igual, los adultos parloteaban sin parar y los hijas parecía que no tenían lengua, ni sonido emitían y aquello me hacía querer irme a enterrar en mi cama.
— Disculpa... —Becky se acercó a mí y dejé mi teléfono de lado— ¿Me puedes prestar el baño?
— Claro, sígueme
Me levanté del sofá en el que estaba pegada y la guíe a los baños de invitados.
— Por cierto, ¿tienes algún encendedor? — Mire a Becky, ¿para qué diablos quería eso?
— Solo hay en la cocina, ¿para que lo necesitas? Puedo ir por uno
— Quiero fumar
— ¿Qué? — me quedé atónita ante aquello, lo decía con tanta facilidad.
— Oh no me mires así, ni que te dijera que voy a invocar al demonio en tu baño —podía escuchar el sarcasmo en esa frase.
—No puedes fumar y menos en mi baño
— ¿Nunca lo has hecho?
¿Con quién demonios me he juntado?
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A I'antenne || Freenbecky
Random❝No hay nada de malo en acostarse con alguien de su propio sexo.❞ Una persona le dió la vuelta a la forma de pensar de Freen Sarocha pero estaba segura de que se hundiría en el infierno si continuaba. --- Esta historia no es mia, es solo una adaptac...