Capítulo 17. Primera parte

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Tae 


Podía escuchar mis latidos tronar en mis oídos mientras caía por las puertas de la sede del club. Hice una línea recta hacia el salón donde la música estaba sonando muy fuerte en altavoces masivos. Abrí la puerta y de inmediato busqué en la habitación.

¡No estaba Yuta!

Johnny estaba sentado en una silla con una cuchilla afilada en mano, haciendo un corte en su brazo izquierdo y sonriendo mientras miraba a la sangre que goteaba. Corriendo en su dirección, me detuve delante de él pero estaba demasiado distraído. Haciendo una mueca a lo que estaba haciendo, tome una respiración tratando de ignorar el olor metálico de cobre.

—¡Johnny!

Un chorro de sangre brotó de su muñeca en mi chaqueta y su cabeza rodó hacia atrás con un siseo de éxtasis de su boca.

Empujé a sus hombros.

—¡JOHNNY!

El hermano abrió sus ojos carbón y, agarrando mis muñecas, me tiró hacia delante, con los dientes al descubierto y cubierto de un brillo acuoso de la sangre. Reconocimiento pronto inundó sus facciones y al instante soltó mis muñecas.

—¿Tae? —medio preguntó, medio dijo, con sus ojos negros ablandándose una fracción.

Mientras me froté mis muñecas adoloridas, grité:

—¿Dónde está Yuta?

Johnny se puso de pie, sin camisa en su pecho lleno con tinta. Quité inmediatamente mi mirada de su torso desnudo con sus cicatrices largas, rojas, enojadas, elevadas, y marcas de quemaduras. Cientos de ellas en los bordes del tejido de la cicatriz.

Mi Dios. ¿Qué le había sucedido a Johnny?

—Su habitación es la tercera a la derecha.

Asintiendo, aparté de nuevo mi mirada de su automutilación y me fui para la habitación. Di palmadas frenéticamente en la oscura puerta de madera pero la música de Yuta estaba demasiado fuerte.

Demasiado impaciente para esperar educadamente una respuesta, empujé la puerta y al instante me congelé cuando me encontré en la habitación. Desnudo, Yuta estaba de espaldas y Giselle montando su longitud erguida. Winter, con todo su cuerpo al descubierto, tenía sus partes privadas sobre la boca de Yuta mientras chupaba los pechos de Giselle. Era un antro de pecado del hedonismo y ninguno de ellos tenía la más mínima advertencia mientras estaba allí con incredulidad. La música y sus ruidos, las bofetadas y los sonidos de succión unidos, habían ahogado el desplome de la puerta.

—¡Yuta! —traté de gritar sobre la cacofonía, pero él no se detuvo.

Detectando el equipo de música junto a la cama, corrí, casi tropezando con una gran variedad de juguetes de plástico de aspecto peculiar. Algunos estaban vibrando y girando a medida que se movían a lo largo del piso de madera.

Asegurándome de no mirar a las figuras retorciéndose en la cama, empecé a golpear el equipo de música y después de varios golpes, me las arreglé para silenciar el volumen. Como en un sueño Giselle miró primero, sin embargo no se detuvo en su unión.

—¿Tae? —confirmó ella, sin aliento.

Obviamente escuchando mi nombre, Yuta quitó su boca de las piernas extendidas de Winter empujándola a un lado. Con un grito, la rubia casi se cayó de la cama. Alzándose sobre sus codos, Yuta limpió los jugos de sus labios con su brazo.

El infierno de JaehyunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora