Capítulo 26

122 17 9
                                    

Jaehyun

Tomó unos diez minutos y el interrogatorio de todo un lote de guardias para conseguir finalmente una ventaja del sonido de Tae después que Strony tiró de él de una puta vez. Doscientos metros al norte en el bosque, encontramos el anillo de flores que había tenido en su cabeza atrapado en una rama baja, y sus diminutas huellas en el camino de tierra seca.

Él estaba cerca. Y así la muerte de Strony.

Alzando el puño, los hermanos llegaron a un alto repentino detrás de mí.

Tae.

Tae estaba como en una celda y los ancianos se acercaban a él.

—¿Dónde mierda esta Strony? —Señale. Mis hermanos recorrieron alrededor, pero él se había ido.

¡Mierda!

Entonces oí a Changmin hablar en voz alta:

—Saluda a Doyoung, puto de Satanás.

Mi sangre hervía y jodidamente me rompí.

Ya he terminado de tratar con este coño.

Levantando mi 9mm, abrí fuego al bastardo sádico; dos balas, una por cada una de sus rodillas. Gritando como un maldito bebé, Changmin golpeó la cubierta mientras Johnny y Yuta fueron por la cubierta forestal para luchar contra Donghae y Leeteuk. Los Verdugos tomaron fácilmente el control. Yuta sostuvo a Donghae por el cuello; Johnny a Leeteuk por el pelo, su navaja presionada en la garganta. Golpeé y pateé la AK47 de Changmin fuera de su regazo. Tae se había acurrucado en el suelo, con las manos protegiendo su cabeza, los ojos bajos. Caminé directamente hacia Changmin, levanté al hijo de puta por su pelo, tome mi cuchillo Bowie de mi bota y abrí su garganta, viéndolo en el suelo ahogándose con su propia sangre.

Escupí en su cara sorprendida y dije:

—Arde en el infierno, cabrón.

Tae estaba todavía en la hierba por lo que me agaché a su lado, corriendo suavemente mi mano por su espalda. Se puso rígido, sus ojos de lobo enorme; hasta que me vio. Sus grandes ojos azules al instante se llenaron de lágrimas. Me levanté y me sacudí la barbilla. Necesitaba a mi chico de vuelta en mis brazos.

—¿Jaehyun? —susurró con incredulidad. De pie con las piernas temblorosas, Tae corrió de repente hacia mí y saltó, envolviendo sus brazos alrededor de mi cuello y sus piernas alrededor de mi cintura. Su nariz metida en mi cuello y sollozó, sus lágrimas goteando sobre mi piel.

Lo agarré tan fuerte como pude. Tae se echó hacia atrás, se limpió las mejillas, y se encontró con mis ojos. Una aguada sonrisa se dibujó en sus putos labios y aplastó su boca con la mía, su lengua sumergiéndose en mi boca, frenético, desesperado... aliviado.

Rompiendo el beso, Tae presionó su frente con la mía y puso las palmas en mis mejillas.

—Sabía que me encontrarías. Sabía que vendrías. Te quiero mucho.

 Asentí, incapaz de encontrar mi voz y lo apreté más cerca.

Con una sonrisa de complicidad, Tae susurró:

—Lo entiendo, cariño... tú también me amas.

Alcé la mirada a su hermoso maldito rostro y estrellé mi boca con la suya.

—Voy a tomar eso como un sí. —Se rio contra mi boca. Él podría tomar esto como un gran puto sí.

—Err... ¿Tae? —Tae volvió su atención hacia Yuta, el hermano Donghae estaba a sus pies con un cuchillo apuntando su corazón. Miré al lado de Johnny que caminaba de regreso desde las afueras de la selva, las salpicaduras de sangre en sus pieles, sus ojos negros de mierda luciendo salvajes. Me dio una breve inclinación de cabeza y sonrió. Leeteuk estuvo con el barquero. Moví mi cabeza para ver el camino claro hacia un gran árbol que se encontraba a pocos metros dentro del bosque. Leeteuk estaba apostado al tronco, cuatro cuchillos en su torso para mantenerlo fuera de la tierra.

El infierno de JaehyunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora