Capítulo 13

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Tae


Era un niño cuando ocurrió. Un pequeño e inocente niño.

— Taeyong, ven conmigo.

—¿Dónde vamos, Hermana? —había preguntado mientras la Hermana Boa me sujetaba de la mano y me arrastraba por el pasillo desde la seguridad de mi cuarto. Su mano había apretado la mía tan fuertemente que recuerdo sentir un dolor intenso. Por razones que no podía imaginar en ese momento, ella no me miraba directamente a los ojos.

—Debe ir a la gran sala.

La gran sala. Recuerdo sentir mi estómago revolverse al escuchar esas palabras. Había tratado de resistirme a la Hermana Boa, intenté intensamente tirar de ella para que se detuviera. Me había mirado y sus ojos pálidos parecieron ablandarse un poquito. Era tan extraño que me hubiera vuelto tan inquieto. No le gustaba a la Hermana Boa, nunca le había gustado. Era un Maldecido. Uno de los hermanos segregados. Éramos cuatro y ella nos odiaba a todos. Nos decía que éramos inherentemente malvados. Nacidos dejando al descubierto el Pecado Original de Eva.

—¿Por qué te has detenido, niño? —preguntó con calma, su voz fría desprovista de cualquier afecto.

—¿P...por qué vo...voy a la g...gran sala? —pregunté con voz temblorosa de la cual no tenía control. Recordé que a Doyoung lo habían llevado a la gran sala por primera vez hacía tres años. No había sido el mismo desde ese día. Había cambiado; se volvió más arisco, introvertido y frío. Nunca habló sobre lo que pasó. Todavía recuerdo que le pregunté a Doyoung cinco veces sobre aquello, pero me rechazó en cada ocasión. Cortaba la conversación negándose a decir una palabra ni a mí o a cualquiera sobre ese tema. Sin embargo, Doyoung había vuelto a ir a la gran sala cada vez que fue convocada por Changmin. No tenía opción. A Winwin le ocurrió lo mismo unos meses antes cuando había sido llamado también.

—Ahora eres mayor de edad, Taeyong. Tienes que cumplir con tu deber como Hermano —suspiró profundamente La Hermana Boa y se inclinó desde su alta estatura para mirarme a los ojos—. No te mentiré, Taeyong. Hoy va a ser una experiencia muy extraña e incómoda para ti, pero debe hacerse. Has alcanzado la edad apropiada. No hay una manera de evitarlo.

—¿Qué va a pasar?¿Para qué soy lo suficientemente mayor? —había preguntado.

Simplemente se volvió a levantar y tiró de mí hasta que de nuevo volví a seguir su ritmo. Intenté hacer más preguntas, pero se negó a responderme. No me escucharía. Después de muchos intentos en vano de obtener información, me callé a regañadientes y la seguí a la gran sala obedientemente.

El infierno de JaehyunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora