Epílogo

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Jaehyun

Dos días más tarde...

Hermanos, recuperamos a mi chico y reclamamos nuestro territorio. Ahora, a beber, relajarse...

—¡Y comer coño! —Yuta gritó, interrumpiendo mis señales desde atrás. Mi VP se acercó al borde de las escaleras, copa en alto y gritó—: ¡Vive libre, monta libre, muere libre!

Los cientos de hermanos ya bebidos hasta sus culos vitoreaban a Yuta y gritaron en respuesta:

—¡Vive libre, monta libre, muere libre! —Él dio una palmada en mi espalda riendo mientras le envié una mirada de muerte. Bebió su whiskey de un sólo trago, estrellando el vaso vacío en el suelo.

Tres días de celebración estaban llegando a su fin, y los hermanos estaban separándose, dirigiéndose a sus propios cuarteles. Una guerra se ganó, pero había muchas más que luchar por el camino.

Atrapé a Tae de pie a un lado de la escalera, viéndose demasiado sexy de vuelta en su traje de cuero. Estaba con Xiaojun y Shotaro. Los dos chicos nunca dejaban a Tae fuera de su vista.

Saltando hacia abajo de las escaleras, lo envolví en mis brazos, sus errantes manos deslizándose debajo de mi camisa y a lo largo de mis abdominales marcados y mi espalda. El calor brilló en sus ojos de lobo.

—Va... vamos a dar un pa... paseo —dije sólo para Tae. Él levantó la vista y me dedicó una enorme sonrisa.

—Bueno. Permíteme decirles a Winwin y a Ten que me voy por un rato.

Tae señaló hacia la ventana de mi apartamento y suspiró. Con ojos enormes, sus dos hermanos estaban viendo a los hermanos en el patio, mirando en diferentes direcciones. Gemí cuando seguí sus diferentes caminos. Winwin estaba viendo a Yuta como un halcón. Él estaba en el medio de las tetas desnudas de Giselle y Winter, sonriendo al rubio peregrino con una sonrisa de comemierda. Y Ten, mierda, Ten estaba paralizado en Johnny, el hermano paseando en el patio como un toro. Sus ojos negros acechaban a Ten observándolo desde la ventana; su cabeza se movió y sus dedos rasgando la piel de sus brazos, extrayendo sangre. Había advertido a mis hermanos de permanecer jodidamente lejos de los hermanos de Tae, pero Cristo, yo podría sentir la mierda a punto de descender en este cuarteto.

Le di una palmada en el culo.

—Te ve... veré en el fre... frente.

Cinco minutos más tarde, Tae pavoneaba al salir de la puerta y se metió en la parte trasera de mi moto. Se sentía tan jodidamente bien.

Con un rugido del motor, entremos al camino. Sólo había un lugar al que estaba llevando a mi chico.

Mientras nos acercamos hasta el río Colorado, sentí los brazos de Tae apretar mi cintura. Sonreí. Amaba este lugar.

Al detener la Harley, Tae saltó de la parte de atrás y nos sentamos en la hierba seca. Antes de que mi culo siquiera hubiera tocado el suelo, él se lanzó sobre mí, su pequeño peso logrando estrellar mi espalda en el suelo, sus labios presionando los míos.

Al instante agarré su culo, mientras él molía ese sexy trasero directamente contra mi polla.

—¿Me de... deseas, nene? —le pregunté, separándome de su beso, elevando su cuello y lamiendo su garganta.

—Tan desesperadamente, Jaehyun. Te deseo tanto —respondió sin aliento.

Rodándolo debajo de mí, abrí su cremallera rápidamente, quitándole sus cueros, con sus dientes arrastrándose por su labio inferior. Su trasero desnudo apareció a la vista, sin bragas. Mis ojos se oscurecieron y gruñí mientras Tae agarró el dobladillo de su playera y lo arrancó por encima de su cabeza. 

El infierno de JaehyunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora