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1 año y nueve meses antes...

— Ay mi cabecita — Susurré mientras abría poco a poco mis ojos he intentaba ubicarme donde estaba

— Al fin despiertas — Un chico de cabello negro estaba parado al otro lado de la habitación

— ¿Dónde estoy?

— En mi casa, ahora — Se sentó en la cama a un lado de mi — ¿Cómo te llamas?

— Yo... — No lo recordaba — No lo se

— ¿Tu edad? ¿De dónde vienes? ¿Algún familiar? — Negué — De acuerdo ya regreso.

Salió de la habitación mientras cerraba la puerta. Me levanté con cuidado de la cama y me dirigí a la ventana al abrirla pude ver una ciudad entera, increíble.

La puerta volvió a sonar así que gire para ver quién era, era el mismo chico pero ahora venía acompañado de una señora no muy mayor.

— ¿No recuerdas nada entonces? — Pregunto la señora y volví a negar.

Se quedó en silencio pensando

— ¿Tienes hambre? Preparé unos tamales de dulce que te van a encantar

¿Tamales de que? Suenan interesante así que asentí y me guiaron al comedor.

Al parecer vivían en un departamento muy cómodo por cierto. Tome asiento y la señora me sirvió dos tamales y un poco de café

— Gracias...

— Remedios, dime remedios hijo

— Gracias remidos — Sonreí y el chico de cabello negro se sentó enfrente mío

— ¿Y tú eres?

— Alex niño, soy Alex — Dijo mientras comía sus tamales así que imite su acción.

Estaban muy ricos por cierto.

Después de comer me quedé en silencio.

— Anda niño sueltalo

— ¿En donde exactamente estamos?

— En Inglaterra — Soltó sin más y solo pude formular una <<O>> en mi boca

— ¿Y dónde me encontraron?

— Iba caminando por el bosque y te encontré desnudo, tirado en el suelo, lleno de sangre, por cierto buen pene — Sentí mis mejillas arder y Doña Remedios le dio un zape en la cabeza a Alex haciendo que esté se riera

— Alex — Lo regaño — No le hagas caso hijo, después de que mi sobrino te trajera te cure, soy curandera así que no te preocupes.

— ¿Curandera? — Cuestione

— Somos Mexicanos pero nos mudamos a Inglaterra por los estudios de mi sobrino — Miro el reloj — Es hora de irme a trabajar los dejo.

Se despidió y salió del departamento

— Bien niño — pose mi vista en Alex — si deseas quedarte aquí necesitas trabajar

Asentí

— Bien acompáñame — Se levantó y salió del departamento, lo seguí y comenzamos a caminar por la calle

(...)

Llegamos frente a un museo

— ¿Que vamos a hacer?

— ¿Sabes manejar? — Pregunto mientras rompía el vidrio de un auto

— ¿Que demonios?

— Responde a la pregunta

El regreso del Ladrón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora