1. El asesino

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Albus Dumbledore caminaba a toda prisa por los siniestros pasillos de la prisión mágica de Azkabán, dirigiéndose a la sala de espera. El Ministro de Magia le estaba esperando, con El Profeta en una mano, y una sonrisa de circunstancias en el rostro.

–Me temo que esto no pinta bien, Albus –dijo el Ministro.

–A mí también me ha sorprendido –coincidió Dumbledore, con pesar–. He de decir que jamás me habría esperado algo así.

–Al contrario que el resto de la comunidad mágica –añadió el Ministro, ácidamente. Ambos se estaban refiriendo a la noticia que encabezaba los titulares del Profeta, y de la mayoría de los periódicos de todo el mundo. Severus Snape, antiguo profesor de la escuela Hogwarts de magia y hechicería, supuesto ex-mortífago y presunta mano derecha de Dumbledore en su lucha contra el Señor Tenebroso había sido declarado culpable por el asesinato de cinco personas.

El artículo del periódico no podía ser más claro.


"Se desconocen las causas por las cuales este hombre, dos años después de la caída del Que-no-debe-ser-nombrado, ha asesinado a estos inocentes. 

"Las víctimas son Mary-Anne Collins, una maestra muggle, Laura Letter, una joven squib, su marido muggle, Johnattan Letter y sus dos hijos, Sophie, de cuatro años de edad, y Kevin, de dos. 

"Es muy posible que Snape sea condenado al Beso del Dementor, debido a la repulsión general que ha causado esta sangrienta masacre. No se veía una reacción así desde la tortura a Frank Longbottom y a su esposa..."


–Te aseguro que yo jamás habría esperado algo así por su parte –insistió Dumbledore–. Dos años después... y ni siquiera se sabe qué relación tenían con él.

–¿Por eso vas a ser su abogado defensor?

–Quiero saber por qué lo ha hecho, eso es todo.

–¿Por qué iba a hacerlo? ¡Porque es un loco, un demente, y un sucio mortífago, por eso! –escupió el Ministro.

–Un mortífago que luchó a nuestro lado durante la guerra –le recordó Dumbledore, con voz grave.

–¡Porque sabía que en el bando tenebroso no tenía ninguna oportunidad!

–Yo confío en Severus.

–¿Ah, sí? Pues espero que tengas más suerte en el interrogatorio que los Aurores que le han visitado esta mañana.

Dumbledore no quiso responder a las amargas palabras del Ministro, en parte, porque ni él mismo conseguía solucionar sus propias dudas al respecto. ¿Por qué lo había hecho? ¿Por qué ahora? No tenía ningún sentido ¿Había sido alguna especie de trampa? ¿Le habrían traicionado, al igual que Colagusano había hecho con Sirius Black?

Pero no, se dijo Dumbledore, mientras dejaba su varita en manos de los guardias que custodiaban la puerta de entrada a las celdas de los presos más peligrosos, había más de un centenar de testigos ¡Medio King's Cross lo había visto, maldita sea! Y todos coincidían en lo mismo: que el hombre de la nariz ganchuda, el que iba vestido de negro, había comenzado a disparar contra aquella pobre familia, y luego había matado también a la mujer que estaba sola.

Dumbledore no dejaba de darle vueltas al asunto mientras avanzaba sólo por el pasillo de las celdas. Snape había descuartizado a los cuerpos. El niño pequeño había perdido la mitad del torso ¡Pero aquello no era propio de él! ¡No tenía ningún sentido!

Dos dementores guardaban la puerta de la celda de Snape, y se hicieron a un lado para que Dumbledore pasara. El mago los miró con desprecio, pero aguantó la compostura magníficamente y penetró en la oscura y lóbrega celda. Se encontró cara a cara con un hombre abatido. Snape estaba sentado en una esquina, encogido sobre sí mismo en actitud miserable, y el pelo grasiento le tapaba la cara.

Recuerdos de un mortífago (Severus x OC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora