CAPÍTULO 2

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¡Ay! Maldito teléfono. ¿A quién se le ocurre llamar a estas horas? ¡Qué son las diez de la mañana!

<A esta hora todos están despiertos>

Pero yo no, a mí me gusta dormir y aprovechar la mañana, sí, yo le llamo aprovechar la mañana a dormir, no desperdiciando energía como otros.

Reuno todas mis fuerzas para estirarme y poder alcanzar el móvil pero no es el mío el que produce esa melodía que me ha despertado de mi maravilloso sueño, entonces... No, no puede ser.

—¡EMMAAAAA! —es que esta tía está loca.

Salgo porque parece que no me escucha, es que no digo yo, como me va a escuchar si tiene música puesta a todo volumen, esto es de locos.

—¡EMMAA! —Le grito estando detrás de ella.

—¡AY! Pero es que estás loca, poco más y me dejas sorda.

—No es para menos, me has despertado con esa música y para colmo es mi mismo tono pensé que me llamaban y tuve que levantarme.

—Ay pobrecita la bella durmiente —hace un gesto irónico como si se arrepintiera.

—Ya verás.

Una vez dicho esto ya ella sabía lo que iba a pasar, comencé a correr detrás de ella por toda la casa para poder darle su merecido, la muy tonta (mi amiga al fin) se metió en su cuarto y no cerró la puerta.

—Ya no tienes escapatoria, como siempre en todas las pelis de terror la rubia guapa muere primero —me río de forma malvada y la alcanzo.

—No Layla... ¡PARA! —ordena entre risas pues le estoy haciendo cosquillas, cosa que a ella no le gusta pero es muy divertido.

La dejo en paz porque tengo miedo que de tanta risa se haga pis y ya eso sí que no será divertido.

—Bueno ya que hemos terminado con nuestro ataque de hiperactividad podemos empezar a organizar tu cuarto.

—¿Y el tuyo?

—Mientras tú dormías yo SÍ me dediqué a hacer algo productivo.

—Dormir es productivo.

—Ya claro —se encamina hacia mi habitación —venga vamos a recoger.

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Ya casi estamos terminando de organizar solo falta una pequeña bolsa que no recuerdo ni lo que guardé en ella pero que Emma se ocupe de eso yo estoy muy cansada y encima tengo hambre.

—Ya no puedo más —me dejo caer dramáticamente sobre la cama mientras Emma comienza a sacar cosas de la última bolsa.

—Pero mira que eres floja.

—Es que Em ya sa..... —su escandalosa risa no me dejó terminar de hablar.

La miro y me está mirando con una cara que no me gusta para nada porque ya la he visto antes y sé de lo que va.

—¿Con quién piensas usar esto Layla? —dice esto mientras saca de la bolsa mi lencería roja y alza las cejas repetidas veces en plan seductora.

—¡Oye deja esoo! —me levanto rápido de la cama, con un movimiento veloz se la quito de las manos y la guardo en el armario.

Emma no para de reírse y yo sigo sin encontrarle la gracia a esta situación pero tampoco me da pena, es Emma.

—Vamos a cocinar algo anda —hago un intento de dirigirme a la cocina pero me sujeta.

—No, antes me vas a decir con quién piensas usar eso.

—Emma lo traje por si acaso...

—Por si acaso te vuelves a encontrar con ese chico guapo —ella no para de reír.

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