Cuando mi reloj natural interno indicó que era temprano, abrí los ojos y salí de mi sueño.
Me tomé unos segundos para respirar hondo, luego revisé el reloj digital en mi muñeca.
Eran las 5:23 de la mañana.
Me levanté de la cama y estiré las extremidades, unos cuantos crujidos aliviando mi cuerpo ligeramente.
Bueno, ya es otro día.
Caminé hacia la puerta y la abrí, dejando que la creciente luz del sol ingresara a mi refugio.
Puse a hervir agua y tomé unas latas de comida de mi almacén, mi desayuno.
Carne de res enlatada con frijoles, ambos cocidos en mi pequeña cocina. Todo junto a delicioso café sin azúcar.
Nada mal, pero no se compara con la comida de ese restaurante.
Dudo que esté abierto ahora.
Ojalá no me prohíban el volver a entrar, la comida estaba buena.
Terminé mi desayuno y dejé las latas a un lado junto a mi cuchara.
Me senté en el sofá y me crucé de brazos por un rato.
Ojalá tener un televisor.
Aunque dudo que se pueda ver algo aquí.
Volví a revisar mi reloj y me di cuenta que la hora se acercaba a las 6.
Muy bien.
Cuando me puse de pie para empezar a alistar mi equipo, escuché pasos afuera.
Maldita sea.
Tomé la AKS-74U que tenía a un lado y la sostuve en mis manos.
Si es ese maldito de la otra vez, le voy a abrir tres agujeros más en el culo.
Me puse detrás de mi mesa de trabajo y esperé.
Escuché a aquella persona que estaba afuera bajar las escaleras, pasos lentos.
Me mordí la lengua cuando la cabeza que asomó por el marco de la puerta no era ningún otro tipo buscando matarme, sino Liliruca.
Presioné muy fuerte el mango del arma y solté la respiración que estaba aguantando.
Ella miró con sorpresa el cañón del arma que apuntaba directamente a su rostro—. ¿Y-Yuri?
—Mujer, ¿qué haces aquí? —le pregunté mientras dejaba el arma a un lado y me ponía de pie.
—Erm... quise... ¿venir a saludaaar?
Ella sabía muy bien que su mentira apestaba.
Suspiró y miró al suelo—. En realidad, Lili quería decirte algo.
Genial, ojalá no sea nada horroroso.
—Soy todo oídos —le dije mientras iba por la tetera—. ¿Prefieres té o café?
—... ¿café?
Huh, cualquiera pensaría que estas personas saben qué es el café.
Decidí no responder y, en cambio, preparar una taza de café caliente.
—¿Te gusta el dulce?
—Uhm... sí.
Eché dos cubos de azúcar a su café.
Lo moví con una cucharita y le entregué la taza de metal.
—Agárrala del mango, no vas a querer quemarte las manos —le dije mientras ella tomaba la bebida—. Deja tus cosas por ahí y siéntate.
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¿Está mal explorar un lugar completamente diferente a la Zona?
FanfictionEl Stalker puede dejar la Zona, pero la Zona no dejará al Stalker. No pensé que esa simple frase tuviera tanta verdad en sus palabras. Después de todo, sea aquí o en otro maldito mundo, la Zona seguirá conmigo. Y, para ser sincero, nunca quise dejar...