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Me preparé mentalmente para escuchar uno de los largos discursos que sin duda a todos los altos lord les gustaba pronunciar, sin embargo, tras dejar unos segundos para que sus invitados le admirasen simplemente pronunció un "que siga la fiesta". La música continuó y las personas presentes volvieron a bailar felices.

Sin poder evitarlo, mi mirada seguía puesta en los tres hombres que ahora bajaban las escaleras de forma despreocupada, dos de ellos sonriendo a todas las mujeres bonitas que veían, el tercero, ajeno a todas las miradas, simplemente bajaba junto a sus compañeros sin abandonar su semblante serio y frío. 

Yo por mi parte seguía bebiendo, sin abandonar mi mirada hacia ellos, como si me hubiesen hipnotizado sus cuerpos claramente bien trabajados y sus ojos que me llamaban como si fuese un simple pajarito que hechizado volaba hacia su depredador sin importarle perder la vida por ello. 

Cuando se perdieron entre la multitud continué con mi labor, emborracharme y pasarlo bien sin pensar mucho en la resaca que tendría el día siguiente. 

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Ya estaba bien entrada la noche, los camareros dejaron de pasar con vasos de vino por lo que decidí acercarme a la barra, algo tambaleante por todo el alcohol ingerido y por los tacones a los cuales no le había cogido todavía el truco para no caerme andando con ellos. 

Sentí el camino hacia la barra situada al otro lado de la estancia como una eternidad.

Chocando contra algunos Faes que se encontraban en la pista, y disculpándome cada dos por tres, recibí algunas mirada de reprobación y algunas que analizaban tanto mis facciones como mi vestimenta, con un gesto de desagrado en sus caras. No les culpaba ya que no era común ver a una joven emborracharse hasta casi no poder mantenerse en pie por culpa de los litros de alcohol consumidos. 

Llegué a la barra, riéndome de las miradas de reprobación que aun algunos me soltaban, enfadados por mi choque con ellos, como si fuese mi culpa que estuviesen amargados, solo fue algún pequeño golpecito con el hombro, y no toda la culpa era mía ya que ellos chocaban conmigo por estar bailando sin mirar por donde iban.

-Madre mía la gente aquí está amargada - murmuré riéndome  yo sola- no aguantan ni un golpecito que ya te ponen esas miradas de superioridad, como si estuviesen por encima de ti, necesitan un polvo y pronto.

- Estoy totalmente de acuerdo - una voz sonó a mi izquierda, allí en la barra apoyado sobre uno de sus brazos y con una copa en el otro se encontraba Cassian, uno de los hombre que había bajado las escaleras con una sonrisa socarrona en sus labios, mirándome de forma divertida- Veo que no soy el único que se sabe divertir en estas fiestas - declaró señalándome, claramente se refería a mi estado de ebriedad por lo que me reí.

- Bueno, para una vez que salgo de mi madriguera me apetece desmadrarme - le sonreí.

- Yo no juzgo, me parece perfecto - me devolvió la sonrisa, algo divertido, la burla brillaba en sus ojos- aunque deberías tener cuidado, una mujer en tu estado es muy fácil para cualquier cazador que te quiera como presa. 

- ¿Fácil? Si alguno de esos estirados intenta acercarse a mi de forma morbosa créeme que no tendré ningún problema en estamparles mi puño en sus afiladas narices - dije a lo que Cassian empezó a reírse, su risa era ronca, profunda, al igual que su voz. 

No volvimos a hablar, él se encontraba absorto, mirando a las personas bailar mientras bebía de su copa, y yo por mi parte no sabía hablar con las personas por lo que agradecí el silencio y también continué bebiendo, aunque ya de forma más lenta y moderada. Una pregunta corrió por mi mente, y antes de que pudiera pensar en mantener la boca cerrada la formulé

- ¿Por qué estas solo aquí? - el me miró, interrogante, no entendía mi pregunta- Me refiero, hay muchas chicas deseando su compañía y sin embargo se encuentra aquí solo, bebiendo y mirando como otros se divierten.

- ¿Qué te hace pensar que no me divierto estando aquí? - una sonrisa burlona se apoderó de sus labios- Además, podría preguntarte lo mismo a ti.

Analicé sus palabras, por si había algún rastro de intento de ofensa en ellas, pero me pareció que lo decía enserio así que me encogí de hombros. 

- No me gusta la gente, por lo general suelo ser muy solitaria, me cuesta entablar conversaciones - tomé un trago de mi bebida y continué- pero a usted se le nota que le gusta que le miren y le adulen, por lo que es extraño verle tan solitario.

- ¿Me has estado observando? - percibía su tono coqueto, tanto en sus palabras como en la curva hacia arriba que se posó en sus labios.

Probablemente en otro momento me habría puesto nerviosa, lo habría negado completamente y me habría marchado de allí antes de que el rojo de mi cara se hiciese presente, pero el alcohol que ahora tenia en sangre no me dejaron pensar con claridad, y la sinceridad era arrancada de mis labios como si no pudiese evitar decir lo que pensaba en todo momento. 

- Claro - dije sin más encogiéndome de hombros- creo que tras la entrada triunfal junto con sus compañeros es prácticamente imposible no mantener los ojos fijos en vosotros - puse mis brazos en la barra acercándome un poco más a él- además, creo que no es muy difícil de leer, se nota que disfruta de la atención de las damas, de hecho probablemente esta aquí solo para percatarte de que, efectivamente, todos los ojos se posan en usted. 

Antes de que pudiese responderme una voz se escuchó tras nosotros "Aquí estas" me giré para mirar de quien se trataba. 

PersiguiéndoteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora