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Una semana después nos encontrábamos todos los jóvenes de la ciudad reunidos al rededor de la plaza principal, donde se había dispuesto un pequeño escenario provisional, el alto lord nos había convocado aludiendo que era de suma importancia la participación de todos en la reunión. 

Se oían murmullos y cuchicheos que hacían conjeturas sobre cual puede ser la intención del formalismo del que rara vez el lord hacía uso.

Algunos murmuraban rumores sobre casamiento, otros sobre un hijo, otros sin embargo solo se hacían preguntas o se quejaban de ello aludiendo que tenían muchas obligaciones y no podían estar "perdiendo el tiempo" esperando que hiciese acto de presencia Lord Rhysand. 

Sentía el mareo de como las preguntas sin respuesta revoloteaban por mi mente y gritaban rogando respuestas provocándome punzadas en la cabeza que se hacían más fuerte por el murmullo que, a mi alrededor, opacaba cualquier otro sonido de la calle.

De repente se hizo un silencio sepulcral, todas las voces fueron calladas, levanté mi vista de mis piernas, las cuales me parecían sumamente interesantes al estar rodeada de personas. Ahí estaba, caminando sin ningún tipo de prisa, con la calma que siempre le había caracterizado, saludando a todo aquel que le saludaba. 

Lord Rhysand se movía con agilidad por el pequeño pasillo provisional que había creado el populacho alrededor del escenario. 

Me permití un momento para admirar sus facciones, no sé como lo haría, pero cada día estaba más atractivo que el anterior si es que eso fuera posible, por primera vez percibí algo en él que las anteriores veces que había visto no percibí, su poder, caminaba como realmente un alto lord saludando a su pueblo, dándole un aire majestuoso que en los otros encuentros no pretendía tener. 

Tras lo que pareció una eternidad se alzó sobre el pequeño escenario que habían montado esta misma mañana alguno de los constructores de la ciudad.

- Tengo algo que informaros- dijo sin más, sin andarse con rodeos, sin saludos cordiales ni bienvenidas innecesarias. El silencio acompañó sus palabras - Es necesario que prestéis mucha atención 

Giré mi cabeza hacia atrás en búsqueda de algún indicio de que Cassian estuviese allí, efectivamente tanto él como Azriel se encontraban de pie al final del pasillo, observando fijamente a todos los que allí nos reuníamos, por si era necesario en algún momento interceder.

- Es necesario que todos vosotros empecéis a tomar formación para defensa personal y ataque- dijo firmemente, volviendo a captar mi atención que hasta ahora estaba posada en uno de los hombres alados que hacía apenas unos días se había dedicado a coquetearme sonriente y ahora, simplemente, estaba serio de brazos cruzados.   

No tardaron en resonar por toda la plaza las voces preocupadas de las personas a mi alrededor, preguntando, de diferentes formas, el por qué deberíamos tomar formación cuando nos habían vendido que ya había paz. Me quedé en silencio, observando como Lord Rhysand probablemente estuviese pensando la forma más sencilla para decir lo que tenía que decir sin que cundiera el pánico. La voz de un chico gritando resonó por toda la estancia, acallando las voces.

- Si estamos en paz ¿Por qué quiere que nos entrenemos para una guerra? - su pregunta era firme, pero su voz estaba cargada de una mezcla de miedo, frustración e indignación

- La situación ha cambiado- Al fin habló Rhysand- Ajenos a nuestros planes de paz 

- Para eso están los ejércitos, para protegernos- gritó una mujer. "Estúpida" pensé y casi sentí como saboreaba la palabra en mi boca, deseando ser expulsada. Los ejércitos estaban para protegernos, sí, pero ante un ataque a la ciudad muchas personas podrían morir hasta que estos pudieran fulminar el mal que se cerniese sobre ella.

PersiguiéndoteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora