capítulo 9

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La conversación que tuve con Cassian me dejó pensando en lo injusta que había sido con Azriel desde que le conocí, no de forma directa, ya que apenas había mediado palabras con él, pero sí de forma indirecta, pensando de él lo peor por algunos encuentros que hemos tenido. Debe ser muy complicado ser el jefe de espías del alto lord, él tenía más información que el propio Rhysand y llevaba todo con el mayor cuidado que podía y por esa parte era admirable, no debe ser bonito tener tanto peso sobre tus hombros, eso amarga a cualquiera, incluso yo probablemente en su situación estaría igual de amargada que él.

Un rato después descansando ya me sentía con fuerzas para continuar corriendo hasta la pequeña colina al lado del río que usaría para entrenar, me levanté y Cassian tras mirarme me imitó levantándose tras de mí.

– Ya estoy preparada para seguir sufriendo– Cassian sonrió

– Así me gusta

Y sin decir más comenzamos a correr, sentía mi pecho algo más ligero después de la conversación que tuvimos e intenté disfrutar del proceso de correr, aunque a decir verdad solo podía pensar en que me ardía el pecho y los músculos de mis piernas me suplicaban auxilio.

Debía tener un aspecto horrible nuevamente ya que Cassian de vez en cuando me miraba y sonreía de forma burlona. Aunque no me lo hubiese imaginado cuando llegamos al río el reflejo del agua me lo enseñó en contra de mi voluntad.

Estaba horrible, mi flequillo se pegaba a mi cara debido al sudor, estaba roja cual tomate y mi pecho subía y bajaba con fiereza, Cassian se rió al escuchar mi grito de horror al mirar mi reflejo en el agua.

– Estás preciosa – dijo con ironía ganándose una fulminante mirada por mi parte

– Oh sí, probablemente ganaría ahora mismo un concurso de belleza – ironicé sin dejar de mirarle mal ganándome otra risa por su parte.

– Es la primera vez que haces ejercicio, has decidido correr hasta el río que no está precisamente cerca de tu casa para ser el primer entrenamiento ¿Qué esperabas? ¿Acabar como si no hubieses hecho absolutamente nada? El ejercicio cansa y sudas, es un hecho, no esperes ser miss Velaris después de un entrenamiento, y mucho menos cuando es puramente correr. – puse los ojos en blanco pero asentí dándole la razón

– Ya, pero si no te tuviese al lado como si no hubieses hecho ningún esfuerzo para llegar aquí y riéndote de mí pues quizás me sentiría mejor con mi imagen – él se encogió de hombros, sabía que tenía razón y es que apenas se le notaba cansado, solo se percibía que había hecho ejercicio por su pelo alborotado, y aun así ese pequeño detalle le hacía verse más sexy que de normal, si es que eso fuese posible.

– Pero no sería divertido, te habrías aburrido a medio camino si no hubiese sido por mí, o habrías muerto o te hubieses puesto enferma por no parar para hidratarte y descansar

– Touché – Dejé de mirarle y me centré en el sitio en el que estaba.

Por la noche la zona donde se encontraba el río era aún más bonita, las luces de las estrellas se reflejaban en el río que por influencia de la propia luz de luna parecía tener brillo propio.

Giré mi cuerpo admirando la ciudad que habíamos dejado a nuestras espaldas, las luces de las casas, que se elevaban hasta llegar a la colina donde se encontraba la casa del alto lord, dejaban una imagen espectacular que nunca había visto en mi vida, ya que no solía salir de noche, y mucho menos a las afueras de la ciudad a entrenar.

– Es preciosa – susurró Cassian, le miré de reojo para cerciorarme de que, como yo, contemplaba la ciudad con un brillo inusual en sus ojos – Velaris es una obra de arte que debemos proteger con nuestra vida si es necesario – siguió susurrando, como si no quisiese que su voz rompiese el silencio de la noche que se cernía sobre nosotros. No sabía si estaba hablando consigo mismo o conmigo pero decidí contestar simplemente asintiendo con mi cabeza – Ojalá pudiéramos vivir en paz, pero las guerras por el poder nunca van a acabar, el simple hecho de pensar en paz es una utopía que todos sabemos que no ocurrirá, solo hay momentos entre guerra – suspiró con pesadez y le acompañé con mi propio suspiro.

PersiguiéndoteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora