Al girarme me topé con la sonrisa de Cassian que miraba divertido la escena.
- Parece que a alguien le apetece darse una siesta en un banco - dijo a modo de burla sonriéndome mientras me observaba
- Sinceramente este banco me parece mucho más cómodo que esas armas mortales que tenía por zapatos - Señalé mis tacones que se encontraban al otro lado de la calle tirados, él los miró y empezó a reir.
- Me parece completamente normal, no entiendo por qué las mujeres usáis esas cosas si son muy incómodas- le lancé una mirada que si matase el ya estaría a tres metros bajo tierra, él, sin dejar de sonreír levantó los brazos a modo de paz - No me mates por favor que soy muy joven aun, me quedan muchas noches de placer que dar
Puse los ojos en blanco, divertida ante sus palabras
- Eres un guarro - dije con diversión mirándole
- Solo soy sincero, este mundo no merece quedarse sin mi, al menos no por ahora - puso una cara que desprendía superioridad y egocentrismo
- Que egocéntrico de tu parte - reí cuando se encogió de hombros ante mis palabras.
El me miró otro momento y suspiró
- Sé que ese banco te parece muy cómodo, pero tienes que ir a casa, a pesar de todo una mujer joven es peligroso que se encuentre sola, sobre todo en tu estado, en mitad de la noche.
Puse una cara un tanto de pena fingida y miré mis tacones, negué con la cabeza
- Me pueden matar pero me niego a seguir caminando- otra sonrisa se postró en su rostro
- ¿Quién dijo que tienes que andar?- percibí cierto tono de coqueteo cuando abrió sus alas- es mi deber que las señoritas lleguen sanas y salvas a su casa después de una noche de desmadre.
Pensé en decirle que ni en sus sueños dejaría que me llevase volando, pero el dolor y el cansancio que sentía en mis piernas gruñó en señal de advertencia.
- Está bien, pero tampoco lo disfrutes mucho - me incorporé del banco soltando un quejido.
Cuando por fin me levanté el me cogió entre sus brazos entrenados sin apenas esfuerzo, sentí como el calor de su cuerpo inundaba el mío en las zonas en las que nuestra piel rozaba. Le di directrices sobre donde estaba mi casa y segundos después estábamos volando, la ciudad se hizo más pequeña a medida que Cassian ascendía en los cielos batiendo sus alas.
No pude evitar ver su cara de concentración mientras volaba, parecía haberlo notado ya que me miró dedicándome una de sus sonrisas coquetas.
- Tienes una vista privilegiada ahora mismo- bromeó y me guiñó un ojo coqueto a lo que sonreí, para disimular un poco puse los ojos en blanco
- Tampoco eres tan guapo, solo te lo tienes muy creído- le arranqué una risa que hizo que nuestros cuerpos vibraran como si fuesen uno solo, sus brazos, todo él, se sentía muy cómodo, como si me encontrase en mi propia cama, podría acostumbrarme a estar entre ellos.
Cinco minutos después me encontraba de pie en la puerta de mi casa, miré hacia él nerviosa, sin saber que decir.
- De nada- dijo él al ver la confusión brillando en mis ojos, sonreí
- Muchas gracias por traerme
Se despidió y acto seguido desapareció en el aire, me quedé unos segundos admirando como desaparecía fundiéndose con el cielo, con la noche y entonces entré a mi casa.
El crujido de la puerta me dio la bienvenida, llamando la atención de mis dos hermanas mayores que se encontraban en la pequeña sala que daba al pasillo de entrada, probablemente para interrogarme sobre como fue la fiesta, y si el mismísimo alto lord había acudido.
Solo tenía ganas de dormir, por lo que sin siquiera mirarlas subí las escaleras lo más rápido que mis doloridos pies me lo permitían y entré a mi cuarto encerrándome en él para escapar de sus preguntas, algunas muy comprometedoras.
Mi cuarto no era muy grande, de hecho era el más pequeño de la casa, constaba tan solo de una cama posicionada en el centro, dos mesillas de noche y un escritorio donde pasaba la mayor parte de mi tiempo, varias hojas y libros estaban tirados adornando el suelo.
Me dejé caer sobre la cama, estaba tan cansada que siquiera tuve tiempo para pensar en la noche, caí en un sueño profundo casi al instante de tocar mis sábanas, a pesar de que estaban frías y mi cuerpo se quejaba ante eso.
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Persiguiéndote
RomanceAcabada la guerra, todo Velaris respira en paz. Han vuelto las fiestas y la gente parece mucho más alegre, pero no durará mucho. La lucha por el poder parece que nunca acabará y es algo que descubriremos muy pronto. Esta historia será el primer bo...