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"Aquí estas" giro mi cuerpo para ver de quien proviene la voz que escucho a mis espaldas, hablándole a Cassian con un tono tranquilo. Ahí estaba, imponente, a apenas un metro de mi, con el semblante totalmente serio pero aparentemente relajado, la persona que probablemente se habría ganado muchos de los suspiros de las señoritas que se encontraban en la fiesta. 

Azriel miraba a Cassien, parecía como si ni siquiera me hubiese visto, como si fuese invisible ante sus ojos, como si fuese una simple hormiga en su camino que ni siquiera vio antes de hablar con su amigo. 

- No es momento de entretenimientos - miró a Cassian y luego dirigió un rápido vistazo hacia mí, como si recientemente se hubiese percatado de mi presencia, pero siquiera me dirigió un saludo, sus ojos volvieron a pasar a mirar a su amigo y comenzó a decir- Rhysand nos requiere, le ha llegado información muy importante y tenemos que reunirnos.

Y tal y como vino se fue, sin despedirse, sin saludar, sin dar ningún indicio de que siquiera le importase mi presencia o el hecho de que había cortado una conversación. 

Sentía como el enfado recorría mi cuerpo de arriba a abajo ¿Quién se había creído? No me importaba si el alto lord les había llamado, ni siquiera me importaba si tuviese prisa, pasó ante mi como si yo fuera inexistente, invisible, como si no importase más que una mota de polvo sobre un mueble viejo. 

Cassian pareció notar mi enfado ya que suspiró 

- No suele ser así, debe ser importante para haber venido tan rápido y haber cortado la conversación - me dedicó una sonrisa mientras se levantaba - Bueno señorita, supongo que no podrá admirar mi belleza hasta que acabe la reunión, espero que no me eche de menos - Me guiñó un ojo de forma coqueta arrancando un sonrojo de mis mejillas. 

- Creo que podré vivir sin su presencia - Bromeé haciendo caso omiso a la explicación que había dado sobre su compañero.- Suerte en la reunión, supongo. 

Cassian se levantó y me hizo una pequeña reverencia para después desaparecer entre el bullicio de personas que a pesar de las horas aún se amontonaban sobre la pista de baile.

Y ahí me quedé yo, mi orgullo algo magullado por la interacción que había tenido con el jefe de espías de la corte noche, pero sonriendo por la amabilidad que desprendía Cassian. 

Ví como el ambiente iba decayendo poco a poco, con el paso de las horas, la gente, cansada de danzas y bailes, se empezaban a sentar en los sillones, incluso algunos ocuparon sitios en la escalera, donde charlaban tranquilamente. 

Y ahí fue cuando la soledad me golpeó hasta lo más profundo del alma, todos tenían amigos con los que hablar, con los que reir, yo sin embargo no había movido mi cuerpo de aquella silla desde que me senté, nadie me sacaba a bailar, y, aunque no era una actividad que me entusiasmase ni fuese una buena bailarina, eso me entristeció.

Mi cabeza no paraba de pensar en la reacción de Azriel, sentía como todos me veían de la misma forma que él, como un ser insignificante y poco interesante. Puede que le estuviese dando muchas vueltas al asunto, pero el vino había intensificado esos sentimientos que normalmente se arremolinaban en mi interior pero acallaba con algunos libros. 

Ahora entendía por qué pasaba tanto tiempo en soledad, leyendo, en esos momentos no me sentía sola, las historias de amor que leía en aquellos libros hacía que mi triste vida pareciese más llena, como si yo misma las estuviese viviendo, a pesar de saber que nunca me sucedería algo parecido, y que a lo máximo que aspiraba era a algún chico del pueblo que se interesase físicamente en mí y poco más. 

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Cuando la música dejó de sonar y solo se oía las voces de los que se encontraban en la sala decidí que era el momento perfecto para irme, me levanté como pude, aun con los efectos del alcohol perjudicando mi forma de andar. 

Caminé hasta la puerta de entrada intentando enderezarme lo máximo que pude, intentando ir lo más recta que me permitía el mareo que sentía, que hacía que toda la habitación ante mi pareciese que diese vueltas sobre si misma, incluso me asusté al ver la enorme lámpara que se encontraba en el centro, ya que sentía como si en cualquier momento se fuese a caer sobre mi por las vueltas que daba. 

No sé como conseguí llegar a la puerta, pero la mujer que me había recibido, al verme me trajo mi abrigo. Sentía su mirada preocupada sobre mi, debido al estado de embriaguez en el que me encontraba, pero le dediqué una sonrisa y tomando mi abrigo salí por las puertas, caminando a través de uno de los enormes jardines por los que había pasado antes para entrar. 

Bajé como pude por la enorme colina sobre la que estaba cimentada la casa, pero una vez puse un pie sobre las calles de Velaris sentí como el cansancio se apoderaba de mi, no podría andar con aquellos tacones mucho más tiempo, así que decidí caminar hacia un pequeño banco frente a una de las tantas tiendas de joyería a las que constantemente mi familia me hacía ir.

Me recaí sobre el banco, agotada, pero más aliviada al no sentir la mirada de ninguna persona puesta sobre mi, tiré mis tacones al otro lado de la calle soltando una maldición y me tumbé, poniendo mis piernas cruzadas encima del banco, para ver las estrellas. 

El cielo por la noche era realmente apasionante, millones de estrellas se dejaban ver debido a la falta de luz que había en la ciudad a esas horas, admiré todas las que tenía a la vista, trazando caminos entre ellas. Cuando creí que me iba a quedar dormida vi como algo volaba el cielo, no era una estrella ni un simple pájaro, posiblemente sería alguno de los Ilyrios que patrullaban la ciudad por precaución.

La persona pareció percatarse de mi presencia ya que empezó a aminorar su vuelo hasta aterrizar justo a mi lado. 

PersiguiéndoteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora