C A P Í T U L O 6

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Iba tan tarde y tan distraído, que apenas fui consciente del momento en que tropecé a una persona sin querer. Bajé el ritmo y me detuve de inmediato para pedir disculpas, cuando al darme la vuelta, me percaté que el chico al que había tropezado era uno de los gemelos hermanos de Stephen.

Entrecerré mis ojos, intentando determinar de quien se trataba, hasta que el chico bajó la mirada para ver la reguera de papeles que había en el suelo y su expresión dejó en evidencia su identidad.

Jared.

Lo supe de inmediato.

—Lo lamento —murmuró, distrayendo el curso que tomaban mis pensamientos.

Negué de inmediato y me acerqué lentamente, al percatarme de que recogía un par de hojas. Tomé unas cuantas que habían caído cerca de donde estaba y terminé por llegar a su lado, justo cuando se incorporaba en su lugar.

—En realidad, quien debería disculparse soy yo. Iba distraído y las prisas me ganaron. —Extendí las hojas que había recogido—. Lo lamento.

Él asintió y guardó cada una en una carpeta que cargaba en su mano, antes de mirarme.

—Gracias.

Me miró por unos segundos, como si quisiese decir algo más, antes de negar un par de veces y comenzar a darse la vuelta. Cuando visualicé su espalda, me percaté por primera vez de lo inseguro que lució Jared al mirarme, de lo esquivo que había estado actuando a mi alrededor y que, de hecho, parecía ignorarme en aquellos lugares en los que nos encontrábamos pero no estábamos del todo solos.

Un par de días atrás Michael decidió que era buena idea juntar mesas con los Miller y, aunque Stephen no parecía muy feliz con el cambio, tampoco había hecho el intento por buscar otra mesa y alejarse, por lo que terminamos adquiriendo el hábito de comer todos juntos.

La cuestión era que Jared y yo habíamos compartido varios momentos que poco a poco nos permitieron conocer algunos aspectos del otro y me hacían sentir que podríamos ser grandes amigos. Pero cuando estábamos acompañados, parecía evitarme... como si creyese que en público no quería tener ningún tipo de contacto con él.

¿Sería eso posible?

Antes de pensar en lo que estaba haciendo, caminé los pocos pasos que Jared había recorrido y toqué su hombro.

—¡Espera! —exclamé, provocando que se detuviese y voltease a mi dirección, luciendo extrañado. Cuando observó con desconfianza mi mano en su hombro, me alejé avergonzado—. Yo... uh... —Removí mi cabello, sintiéndome algo incómodo e inseguro por lo extraña que debía parecer mi manera de actuar—. ¿Estamos bien?

Mis mejillas se sintieron calientes cuando las palabras se deslizaron fuera.

¿Qué rayos ocurría conmigo?

—Lo siento, eso sonó extraño. —Sobé mi cuello con nerviosismo y desvié la mirada a un punto de la pared que tenía a mi lado—. Lo que quiero decir es... que no me gustaría que ambos actuásemos como dos extraños cuando nuestros hermanos no están. La verdad es que me agradas, así que me gustaría conocerte y, no sé, que fuésemos amigos.

Cuando las palabras se asentaron entre ambos, alcé la mirada y noté que Jared me estudiaba con esa expresión seria que siempre portaba, lo que en realidad me hizo sentir avergonzado por el deje de súplica que había en mi voz, como si estuviese desesperado por tener amigos. El problema era que no estaba acostumbrado a tomar la iniciativa con nadie, pero había algo en Jared que me atraía como si de un imán se tratase.

No sabía si se trataba de su mirada desolada o de su expresión facial en general, pero lucía tan... perdido, que no podía evitar desviar mi atención hacia él.

El enigma de Derek  [P#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora