Madara toco la puerta de la casa de Shiro con desesperación, necesitaba hablar con ella. Deseaba hacerlo y arreglar cualquier malentendido que hubiese podido ser provocado por Senju Tobirama.
Insistió un buen rato, afortunadamente Shiro abrió. No parecía estar mal a simple vista, pero para él, quien poseía una afilada vista, no era difícil notar que había llorado.
—Shiro, Dios ¿Qué sucedió? Yo-
—Vete — ordeno —No quiero hablar ahora mismo — siseo.
Madara sintió una punzada en su pecho.
—Por favor...
—No ahora, hablemos más tarde — insistió.
—Necesitamos hablar ahora mismo.
—Madara...
El pelinegro decidió recurrir a su último recurso.
Se dejo caer de rodillas y aferro ambas manos a los tobillos de Namikaze.
—¡Por favor, hablemos!
La peliblanca se sorprendió bastante.
—Levántate — pidió agachándose para sujetarlo de las muñecas en búsqueda de liberarse, no funciono —Madara, levántate, por favor.
Él no le obedeció.
—Bien, hablemos.
Sin desperdiciar mas tiempo, Madara se levantó aceptando la mano que Shiro le tendió. Entraron a la casa y Madara cerro con seguro, no deseaba interrupciones en la plática.
—¿Qué es lo que quieres?
—Tobirama te soltó pestes de mi ¿No es así? Te dijo sobre mi encuentro con Ooshima ¿No es así?
Namikaze tomo asiento al escuchar aquello.
—Ella llego sin un aviso previo, no pude rechazarla de inmediato, no cuando formo parte del consejo de Konoha.
La peliblanca continuo en silencio.
—Por favor, háblame — suplico mientras caminaba hacia ella.
—¿Te importa mucho mi anterior compromiso? — preguntó en voz baja.
—No, claro que no — respondió acuclillándose frente a ella, pudo ver que estaba evitando mirarlo.
—Lo siento, no soy una buena opción para ser tu esposa.
—¿Qué diablos dices? Eres la única opción para ser mi esposa, nadie es tan buena como tú.
Shiro lo miro finalmente.
—¿Vas a hacerte cargo de todo lo que conllevan tus palabras?
—Llegare con todo esto hasta el final, eres la única persona que voy a amar por el resto de mi vida.
El labio inferior de Shiro tembló señalando que quería llorar.
—Te amo con todo mi ser, Namikaze Shiro, eres mi pasado, mi presente, mi futuro, así que debes prepararte, porque no pretendo dejarte ir.
Ella lo abrazó, casi se van para atrás, pero Uchiha fue capaz de mantenerse de rodillas sin caer.
—No me dejes — pidió Shiro —No te perdonare si te atreves a alejarte mañana por la mañana.
—¿Por qué haría eso?
La peliblanca lo alejo, Madara pudo ver que ella tenía la cara roja.
—Promételo.
—No voy a alejarme — respondió sin pensarlo más.
Shiro lo tomo por las mejillas y lo beso. Esta vez, Madara fallo y cayo de espaldas sobre la alfombra con su pareja encima. El beso no se rompió, finalmente, Uchiha entendió el por qué Shiro pidió jurar tal cosa cuando sintió sus delgadas manos colarse por debajo de su ropa.
—Quiero que seas completamente mío, Uchiha Madara — pidió Shiro contra los labios ajenos.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
