—¿Tú quién eres?—gruñó Madara en cuanto vio a la chica tirada cerca de la orilla.
—Ah... Holaaaa—alargó la A con flojera.
—¿Quien eres?
—Es una cortesía común presentarse antes de preguntar el nombre de otra persona, lindo cabello, por cierto.
El azabache soltó un gruñido.
—Ya, ya, soy Shiro ¿Y tú?
—Madara.
—Acabo de llegar y me di cuenta de que lanzaras piedras ¿Puedo acompañarte?
Le miró por unos segundos, se veía inofensiva.
—Esta bien.
...
Los días pasaron, entre Shiro y Madara, no lograban hacer que la piedra cruzará al otro lado.
Hasta aquel día.
—Deberían lanzarla un poco más arriba, así llegarán.
Shiro volteo al reconocer la voz, era Hashirama, aquel chico Senju.
—Eso ya lo sé—bufó el Uchiha—Si quisiera llegar, lo haría ¿Y quien eres?
Los hombros de Shiro se tensaron por acto instinto y bajo la cabeza con respeto, tanto el castaño como Madara ladearon la cabeza confundidos.
—¿Estas bien?
El azabache se cruzó entre el Senju y la ojimiel antes de que se acercara.
—¿Quien eres?—repitió Madara.
—Por ahora, digamos que seré su rival en lanzamiento de piedras, aunque la mía si ha llegado.
—¿Estas bien?
—Ehehe, si, lo he confundido—alzo la cabeza aun algo nerviosa, sabía quien era él, le alegraba que no supiera de quien se trataba, así podría dejar de estresarse.
—Te he preguntado quién eres—insistió el azabache.
—Me llamo Hashirama, pero tengo motivos para no decirte mi apellido.
—Hashirama ¿Eh?
Shiro le sonrió al castaño cuando este lo hizo, Madara, con el ceño fruncido levantó la voz.
—¡Fíjense bien! ¡Por qué ahora si llegara!
Alzó el brazo y lanzó la piedra, la azabache se dio cuenta de la reacción de Hashirama, aun así, volteo a ver a Madara, este coloco una expresión incrédula al ver que su piedra no llegaba.
—¡Oye! ¡Te pusiste detrás de mí a propósito para distraerme! ¿¡Verdad!? ¡Soy tan sensible que si tengo a alguien detrás no puedo ni mear!
Hashirama temblaba, segundos después, le rodeo un aura depresiva y se dejó caer sentado, una gota de sudor cayó por la sien de la menor.
—Perdón...
Madara quito su expresión de enojo exagerado para sonreír.
—Bueno, tampoco te deprimas tanto... Lo siento, solo era una excusa...
—N-no sabía que sufriera por cosas tan subjetivas.
—¡Oye, tu! ¡No se si eres una buena o mala persona!
Hashirama rió y se levantó.
—¡Lo que sí se es que soy mejor tirando piedras que ustedes!
—¡A puesto a que te lanzó a ti a la próxima!
Un aura depresiva volvió a rodear al Senju.
—No quería hacerte enfadar... Si quieren lanzarme a la otra orilla estoy listo... Vamos, lanzenme.
—Eres raro... —murmuró Shiro.
—Oye, tú —el Uchiha adoptó una posición con sus brazos en jarra—¿Eres consciente de lo irritante que eres?
—Tan solo... Espero que llegues...
Una vena se remarcó en la sien de Madara.
—¡No te aguanto! ¡Marchate ya!
Hashirama se levantó, alzó su mano y sonrió dando media vuelta.
—Bien...
—¡No, espera!
—¿Me voy o me quedo? Decídete.
—E-eso es...
—Si es.
Shiro alzó la mirada, vio a un miembro del clan Hagoromo, ella y Hashirama corrieron sobre el agua.
—¿Son... Son ninjas?
La albina ladeo la cabeza.
—Creí que ya te habías dado cuenta de mi—murmuro la chica levantándose, dejando al Senju aún inclinado.
Hashirama habló.
—Este lugar será pronto un campo de batalla, deberían irse... Perdonen, pero debo marcharme.
Dio un salto.
—Adiós... Etto...
—Me llamo Madara.
—Shiro.
—Madara, Shiro...
—No dar tu apellido a desconocidos es una regla de ninjas...
—Así que tu también eres un ninja...
—¡Yo me voy!—Shiro salto lejos de Madara y Hashirama—¡Los veo otro día!
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