Sinopsis

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Mis muslos están adoloridos de tanto correr, la respiración me falta, mi brazo me esta sangrando gracias a una navaja. Todavía escucho a los hombres corriendo tras de mí y yo rezando para que esto se acabe.

—Vamos, tu puedes, sigue corriendo, todo va a estar bien— digo para mis adentros.

Estoy por desplomarme, estoy agotada, no puedo más. Los pasos no paran, es más, cada vez lo escucho más cerca.

El hospital está muy lejos todavía, mi celular empieza a vibrar en mi abdomen donde lo llevo ajustado por los pantalones, eso son mis padres llamándome, son las 1 de la mañana, claro que deberían de estar preocupados.

Cruzo la carretera sin mirar, no me importa nada, solo quiero llegar al hospital lo más pronto posible, darme un respiro y beber miles de vasos llenos de agua, mis piernas están tan débiles que ni pueden levantarse bien y termino con la acera tatuada en la cara.

Escucho los pasos como si fuera un susurro en mis oídos y lo último que escucho son unas llantas chillar, no son la policía porque no escucho y ni veo las luces que las distingue.

Quiero seguir corriendo por mi seguridad, pero mi cuerpo me lo impide. Mis fuerzas son nulas, trato de levantarme con ayuda del poste del semáforo y volteo.

—Mierda.

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