Capítulo 2

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Abro la puerta y me siento enseguida en el asiento cerrando la puerta tras de mí. Al entrar, el perfume varonil apodera mi nariz. El vehículo es un Mercedes, ¿modelo? Ni idea, por el logo pude notar en que vehículo estoy montada. Mi cerebro está tan bloqueado que ni me llegó la idea de ver la matrícula. Con la palanca de cambios decide dar reversa y se va directo al hospital a toda velocidad. A estas horas los semáforos están parpadeando, ya que como no hay tanta densidad de tráfico, los semáforos están así hasta la mañana siguiente.

Estamos en total silencio hasta que mi brazo comienza a doler más y veo gotear la sangre en el asiento. Los gemidos de dolor no tardan en llegar.

—No te preocupes por ensuciar el asiento— él interrumpe el incómodo silencio— déjame ver.

Ni la sudadera pudo aguantar tremenda puñalada, voy levantando poco a poco y mis latidos comienzan a acelerarse.

—¿Tienes agua?— es lo primero que digo después de todo lo que pasó. Debería de preguntar su nombre, pero ahora el agua es la prioridad.

Su brazo izquierdo se mantiene erguido al volante, mientras que él se estira a los asientos de atrás a alcanzar lo que más deseo, una botella de agua y además fría.

—Gracias— él asiente. Con dos tragos ya la botella esta vacía y quiero más agua. Ya que tengo lo que necesito, viene la pregunta del millón— ¿Quién eres?

Los faroles de las carreteras son mis aliados ahora mismo, gracias a ellos puedo ver con claridad aquel hombre. Tiene un buen físico, su cabello caoba oscuro hace armonía con su piel clara y sus ojos grises. El brazo que está al mando de la palanca de cambios, posee tatuajes con símbolos que para él son importantes.

—Mi nombre es Nathaniel White, agente del FBI— me enseña la placa.

—¿Y para qué estas en República Dominicana?— suelto.

—Te he estado buscando de hace mucho tiempo— un giro brusco me hace golpearme con la ventanilla— llegamos.

La maravillosa palabra "Emergencia" me hace soltar un respiro y salgo del vehículo. Trato de caminar con ayuda de Nathaniel que levanta mi brazo y me lo coloca en sus hombros para luego levantar mis piernas

<<Te he estado buscando de hace mucho tiempo>>- mi mente repite esas palabras que Nathaniel me ha dicho. Mi celular vibra otra vez.

—Espera— agarro el celular como puedo y contesto la llamada— hola mami, perdón por no contestar— coloco la llamada en altavoz por motivos obvios.

—¿Tu sabes que hora es? Casi me da un infarto, hija mía. Tu padre ni se diga.

—No escuchaba el celular, ahora mismo voy a casa en el vehículo del padre de Angela. Si quieres le puedes mandar un mensaje a ella para que te verifique. — ahora mismo necesito la ayuda de ella.

—Ahora mismo— me cuelga.

De una vez que entramos, las enfermeras empiezan a socorrer, pero antes le envío un mensaje a Angela para que le diga a mi madre sobre la mentira.

Yo apoyo mucho el trabajo de las enfermeras, sacrifican su sueño por los demás, hacen lo posible para que sus pacientes se sientan mejor. Poseen paciencia y te brindan confianza. Pacientes que lloran por lo que les pasa y te brindan su atención, poseen empatía y vocación.

—Hola mi niña— una enfermera me llama mi atención y Nathaniel me baja en una camilla.

—Ella tiene una lesión cortante por navaja en el brazo izquierdo— le explica Nathaniel.

—¿Eres pariente?— le pregunta la enfermera.

—No, soy solo un amigo de su padre— le dice con total normalidad.

ImplicadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora