DIECISIETE

2.3K 203 19
                                    

James

Niego con la cabeza mientras me rio.

—Candi, esa mujer, como tú dices, se llama Lorena y es profesora de baile.

Candi chasquea la lengua.

—No me acordaba de su nombre, sabes lo mala que soy para eso. Bueno, contesta, ¿me vas a enseñar esos pasos de baile o qué?

—Sí, pesada, podrías apuntarte a sus clases, creo que a Lorena le gustarías mucho.

Candi me lanza un bolígrafo a la cara.

—¿A qué ha venido eso?— le pregunto.

—Sabes que llevo meses de sequía sexual— protesta.

—Lorena podría romper esa sequía.

Le hago un gesto con la lengua y los dedos, la mandíbula de Candi se desencaja.

—¿Desde cuándo te has vuelto tan guarro?— me pregunta.

—Desde que...— me quedo callado al instante.

—¿Te ha afectado mucho verla de nuevo?

Asiento con la cabeza, me ha afectado muchísimo, hacía seis meses que no la veía. Me ha estado evitando y yo la he estado evitando a ella. Comencé las clases de baile con Lorena para ayudarme con la ansiedad, no podía dormir por las noches porque no dejaba de pensar en Mariela. Agotar mis energías en las clases de baile me ayudó a dormir.

—¿Por qué no hablas con ella?

—No puedo Candi, me sigue doliendo mucho verla. No la he superado y no sé si alguna vez lo haré.

Candi suspira.

—Tengo que irme ya, esta noche cena y baile.

—Voy a invitar a Lorena.

—No lo hagas— dice jadeando— James me muero de vergüenza.

—Vamos Candi, que al menos uno de los dos sea feliz.

Inclina la cabeza a un lado.

—Está bien, pero no prometo nada, sólo voy a conocerla.

Esbozo una sonrisa, quiero que Candi sea feliz, salió del armario hace unos meses, tuvo un relación corta de un par de semanas, desde entonces no la he vuelto a ver con ninguna mujer, creo que Lorena es genial para ella. Candi me deja solo en la consulta, odio estar solo, cuando estoy solo no dejo de pensar en ella y es peor saber que está en este mismo hospital y no puedo tocarla. La extraño tanto, echo mucho de menos su olor, tenerla en mis brazos, besarla, hacerle el amor. Sigo guardando el anillo que mi madre me dio, aún albergo la esperanza de que vuelva a mí algún día. Me paso por la habitación de Gala un rato después, sigue dormida, debe haber estado sin dormir varios días.

—¿Dónde está Mariela?— le pregunto a Sandra.

—¿Qué te importa?

—¿Por qué me hablas así?

—Porque así es como le hablo a los imbéciles.

—¿De qué vas Sandra?

Sandra se pone de pie de un salto.

—No, de qué vas tú, la has hecho llorar.

—¿A quién?

—A mi madre.

—¿Ahora os ha dado a todos por llamar a Mariela mamá?

—¡Sí! Ella es nuestra madre de corazón, nos cuida y nos ama, no merece que le hagas daño.

FRÁGIL #1.3 [Disponible en físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora