VEINTIUNO

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James

Enciendo la luz de mi nuevo apartamento, siete horas de vuelo me han agotado totalmente, voy a pedir algo para cenar, ducharme y meterme en la cama. Enciendo mi móvil mientras dejo la maleta y el bolso de viaje en el suelo. Comienzan a llegarme notificaciones de mensajes de mi madre, entro en el chat pensando que ha pasado algo, pero lo que me encuentro me alegra el corazón. Hay vídeos e imágenes de Mariela y Adrián juntos, ha ido al orfanato a verlo. Me siento en el taburete de la isla de la cocina, el apartamento no es muy grande, tampoco quería nada extravagante, sólo voy a pasar aquí un año y volveré con mi mujer a Colombia. Reproduzco el primer vídeo, es de Adrián corriendo hacia mi mujer, no puedo culparlo, yo también me enamoré de ella a primera vista. Paso al siguiente vídeo, empiezo a reírme por culpa del culicagado de Tadeo, ¿cómo puede pelearse con un niño de tres años?

—Puto Tadeo— me rio.

Pongo de fondo de pantalla en móvil la foto de los cuatro juntos, Tadeo y Adrián salen tirándose de los pelos y mi madre y mi mujer salen riéndose. Observo la imagen durante un rato, ojalá hubiera podido estar ahí. Niego con la cabeza, tengo que pensar en otra cosa, tengo tiempo para estar con ellos, tenemos toda la vida para estar juntos. Llamo al primer restaurante que me sale en internet, pido algo de cena y me meto en la ducha. La cabeza me va a mil, estoy cansado del vuelo y deseando irme a la cama, pero también estoy emocionado por comenzar mañana en el nuevo trabajo. Los recuerdos de esta mañana con mi mujer en la ducha comienzan a invadirme, mi polla reacciona inmediatamente poniéndose dura, me acaricio pensando en ella. Sus gemidos cuando la penetraba tan duro contra los azulejos de la ducha, aún siento sus uñas arañándome la espalda, tuvo que curarme con antiséptico después. Miro hacia abajo, me masturbo más rápido.

—Mariela— gimo.

Me la imagino arrodillada frente a mí chupándome la polla con su hermosa boca, sus labios envueltos alrededor de mi circunferencia. Largas cuerdas de semen salen disparadas hacia el suelo de la ducha.

—No es lo mismo, con ella es mucho mejor— murmuro.

Me termino de duchar y secarme el cuerpo. Me pongo un pantalón de chándal y una camiseta de manga corta. El timbre del apartamento suena, salgo de la habitación tan rápido que me tropiezo con la alfombra del pasillo.

—Puta alfombra— gruño.

Recojo la cena del repartidor, mientras como me pongo a ver la película favorita de Mariela, es una estúpida comedia romántica francesa, pero a ella le encanta, siempre se ríe con los protagonistas. Después de cenar me encierro en la habitación, me acuesto en la cama y me acomodo, pongo una almohada extra detrás de mi cabeza, busco a Mariela en el chat y pulso el botón de videollamada. Su precioso rostro aparece en mi pantalla.

Bebé— sonrío.

—Hola, mi amor, ¿qué tal el vuelo?

—Bien, pero estoy muy cansado.

—¿Quieres que te deje para que duermas?

—No, bebé, quiero hablar contigo antes de dormir.

—¿Has visto todo lo que te ha enviado tu madre?

—Sí, voy a matar a Tadeo por molestar a mi niño.

Mi mujer se ríe.

—Tengo que contarte algo, James.

—¿Qué ocurre?

—Pues que tu madre ha comprado el orfanato.

—¿Qué?

—No quiero que te enfades ni que montes un show, pero creo que debes saberlo.

FRÁGIL #1.3 [Disponible en físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora