DOCE

2.3K 195 22
                                    

Mariela

Ha pasado un mes desde que me mudé de la casa de los Reyes, ahora vivo en un modesto apartamento frente a este lugar, todas las mañanas desayuno mirando hacia aquí, hacia el rincón de las sirenas. No he vuelto a ver a James, tampoco he querido escuchar sobre él porque necesitaba pensar, Carmen me dijo que Hugo ha estado preguntando por mí, ni siquiera contesté a eso. No necesito saber nada de Hugo, ni de James, ni de nadie, lo único que necesito es sentarme aquí y observar el mar buscando a las sirenas, es lo que Sofía hacía cada vez que veníamos aquí. Un pez se acerca a las rocas, apoyo mi barbilla en mis brazos sobre mis rodillas y observo al pequeño pez buscar comida. La brisa vuelve a golpear mi cara, siento a alguien sentarse a mi lado, al principio pienso que es Tanok, mi hermano está de visita con su familia, se están quedando en casa de los Reyes. Cuando giro la cabeza para ver quién se ha sentado a mi lado mi corazón se desploma.

—Hola— me saluda.

Mis ojos se llenan de lágrimas, no dudo en lanzarme a sus brazos, hace tanto tiempo que no lo veo. Frota mi espalda con su gran mano.

—Mario— lloro— Estás aquí.

—Siento mucho haberme ido.

Me separo de él, acuno su cara entre mis manos, está cambiado, hay ojeras bajo sus ojos y su cara está más delgada.

—Te he extrañado mucho— le digo.

—Y yo a ti, Mariela.

Apoyo mi cabeza en su pecho, ambos miramos hacia el océano.

—A Sofía le encantaba venir a este lugar— le digo.

—La siento cerca, Mariela.

—Mi niña está aquí, en el mar, en la brisa...

Mario solloza.

—Me duele mucho el pecho— dice.

—Lo sé, hijo, me siento igual.

—Han pasado cuatro meses, debería estar mejor, pero no puedo.

Lo miro a los ojos.

—No sólo perdiste a tu esposa, mi niño, también a tu bebé, necesitas más tiempo.

—Vuelve a casa, necesito que me ayudes.

—Creo que es hora de que vuelva con mi familia.

Mario sonríe, intenta levantarse, pero lo detengo.

—Mira aquí— le digo señalando a un lado de la roca.

Mario pasa sus dedos por encima de los nombres.

—Sofía y Luna— dice— ¿Lo has hecho tú?

—Sólo puse Luna, el de Sofía lo hizo ella misma cuando tenía siete años.

—¿Esto lleva aquí dieciséis años?

Asiento con la cabeza, Mario saca su móvil del bolsillo de su pantalón, marca en él con dedos temblorosos.

—Tadeo, hermano.

—¿Dónde estás? Te hemos estado buscando.

—Estoy con Mariela.

Escucho a Tadeo suspirar.

—Nos tenías asustado, Tanok ha ido a buscarte al carguero otra vez.

—Lo siento, tenía que venir yo solo a buscarla.

—Está bien, pero podrías haber avisado.

—Perdóname, hermano. Necesito que hagas algo por mí.

—Claro, dime.

—Habla con el concejal de urbanismo, quiero comprar el rincón de la sirena.

FRÁGIL #1.3 [Disponible en físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora