ANTERIORMENTE...

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Sonreía mientras miraba las fotografías que reproducían los distintos momentos que habían construido en su escapada romántica.

Alan se había encargado de reservar los billetes y de programar cada una de las actividades, pidiendo información a sus compañeros de trabajo y revisando las reseñas de internet para que Wen disfrutara al máximo. Organizar era su punto fuerte, a diferencia de la espontaneidad que Wen manifestaba. Sabía que la impulsividad de su novio era una de sus características más atractivas, pero él mismo le había afirmado que su tendencia a planificar le resultaba del todo seductora, por lo que había hecho gala de ella para prepararle los mejores días de su vida.

Primero, se había encargado de empacar las maletas para los dos, negándole a Wen que se encargara de ello para mantener el secreto de su destino. Incluso le había tapado los ojos con un antifaz mientras se aproximaban a embarcar hasta que finalmente había descubierto el destino a través de las imágenes que se sucedían por la ventanilla del tren, iluminándose su rostro mediante una amplia y brillante sonrisa.

El simple hecho de verlo sonreír había sido una victoria para Alan. Habían estado discutiendo en exceso últimamente y notaba que la relación no estaba pasando por su mejor momento, por lo que quería que ambos disfrutaran de un respiro merecido.

Y había funcionado.

El paseo en canoa y la puesta de sol habían impregnado de romanticismo su día después del masaje en pareja del que habían disfrutado en el spa en el que se habían relajado. Los aromas avainillados y de canela los habían conducido a un dulce estado de máxima laxitud.

Wen había estado estresado en los inicios de su nuevo trabajo y el ascenso de Alan le había ocasionado un aumento de trabajo al atribuirle un mayor número de cartera de clientes con cuentas más elevadas. Ambos se habían sentido estresados, apenas tenían tiempo el uno para el otro, lo que había degenerado en que el poco tiempo que pasaran juntos transcurriera entre discusiones.

—Vosotras vais aquí —sonrió y las colgó con las pequeñas pinzas que empleaban para fijar las fotografías que se realizaban a lo largo de la semana con la cámara instantánea.

Parpadeó al darse cuenta de que la correspondiente al lunes se encontraba desierta, y recordó que aquel día ambos habían mantenido una discusión descomunal. Le resultaba curioso que fuera capaz de recordar cada uno de los momentos desagradables que habían compartido, junto con las palabras que se dirigieron y, sin embargo, no conseguía acordarse de la razón de la bronca.

Habían empezado a cumplir con la tradición de fijar en el cordón semanal cada uno de los recuerdos de sus mejores momentos juntos diarios al inicio de su convivencia, habiendo sido idea de Wen.

— ¿Mmmm qué observas? —sintió la calidez del cuerpo de Wen envolverle por la espalda, abrazando su cintura y depositando un beso en su cuello.

—A nosotros —sonrió, señalando las dos fotografías del fin de semana que había elegido—. ¿Te gustan?

—No están mal —se separó de él para tenerlo de frente, pegándolo contra su cuerpo—, aunque prefiero las que nos hicimos en la cama —le depositó un fugaz beso en los labios.

Alan se ruborizó, cayendo su mirada al suelo.

Chasqueó la lengua cuando vio la multitud de pisadas de agua que conducían del cuerpo de Wen al baño. Su novio no solía ser muy estricto con la limpieza, lo que había sido un motivo de múltiples discusiones entre ambos, dado que a Alan le perturbaba el desorden.

Se alejó de su novio y se dirigió a por la mopa para recoger el exceso de agua. Le inquietaba demasiado ver todo aquel caos en el suelo, y se estaba obcecando en la cantidad de huellas que se quedarían permanentes si no arreglaba aquel estropicio cuanto antes.

Lo que no nos explicaron (AlanGaipa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora