CAPÍTULO 4: FINAL DE ETAPA

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Gaipa se miró al espejo por décima vez.

Estaba inquieto y nervioso, lo que era completamente absurdo. Únicamente había quedado en reunirse con el empleado del banco para entregarle unos documentos de última hora que la entidad bancaria le había reclamado para finalizar las gestiones pendientes. Resultaba una tarea del todo burocrática, que no tendría que generarle ningún tipo de ilusión absurda al respecto y, sin embargo, aquí estaba, siendo un completo Narciso.

Quizás le afectaba el hecho de que la relación que se había establecido últimamente entre Alan y él distaba bastante de ser únicamente entre cliente y empleado. Dudaba que el resto de los empleados de la banca dedicaran parte de su horario personal a preguntar a sus clientes acerca de su estado de ánimo, mostrando preocupación al respecto.

Incluso parecía que no quisiera que Gaipa se sintiera... Solo.

No sabía en qué momento aquellas conversaciones se habían transformado en un intercambio de memes, cada cual más absurdo que el anterior, provocando que el dolor se fuera reduciendo, e incluso el eco nocturno quedara reducido a un mero susurro. Aquello le había ayudado a empezar a descansar mejor por las noches, disminuyendo el número de veces que soñaba con su madre, y aprovechando el momento de su intervención para disfrutarla, más que para sufrirla.

El problema era que aquella relación había cambiado completamente por mensajes de texto, por lo que no sabía cómo actuar cuando lo viera en persona, dado que la última vez que se habían visto había sido en la oficina bancaria para la firma de los documentos, lo que le estaba inquietando bastante... entre otras razones.

—Podría haberle dicho de vernos en otro momento —masculló nervioso, mientras mordía su labio inferior.

Tenía demasiadas ganas de poder finalizar en su capítulo burocrático para continuar centrando su proceso en la superación de su duelo, por lo que no quería demorarlo más... Y también estaban sus ganas de volver a ver a cierto banquero.

Alan siempre había sido especialmente amable y comprensivo con él. Se había encargado de tratar con la misma entidad a fin de que aceptaran la copia de los documentos solicitados; sin embargo, el banco seguía insistiendo en que necesitaban los originales para cotejarlos, por lo que el envío de la documentación a través de Line no había sido suficiente y era necesario que se reunieran.

El problema había sido que se encontraba en sus días más intensos de venta en el mercado, por lo que le sería imposible acercarse a la oficina dentro del horario de apertura. Había sido entonces cuando Alan había propuesto encontrarse cuando Gaipa terminara en el mercado, fuera de su jornada laboral. Se había sentido tan culpable al respecto, que se había comprometido a insistirle para invitarle a cenar, razón por la cual lo había citado en el pequeño puesto ambulante donde el tío Jim estaba sirviendo su pollo frito desde que había cerrado el restaurante.

—Y encima llego tarde... —suspiró y salió despavorido del lugar

Le preocupaba que Alan llevara esperándolo demasiado, pero lo encontró hablando con Wen de forma amigable.

Gaipa se sintió cohibido cuando penetró dentro del círculo que se había originado entre los dos hombres. Sentía como si hubiera interrumpido algo importante, por lo que pensó que los chicos se debían conocer, especialmente por la confianza que parecían compartir junto una extraña tensión.

—Perdón —dijo finalmente Gaipa —. Siento no haberme podido pasar por el banco.

La tensión en el rostro de Alan desapareció al instante cuando su mirada se fijó en Gaipa, sonriendo con su presentación.

—Está bien —su sonrisa se ensanchó aún más —. Estaba haciendo recados por esta zona.

El menudo hombre miro al oficinista, percatándose que únicamente llevaba consigo su teléfono móvil en la mano.

Lo que no nos explicaron (AlanGaipa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora