CAPÍTULO 2: DUELO (SEGUNDA PERSPECTIVA)

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El ruido del mercado se había convertido en la cafeína que necesitaba para mantenerse entero mientras trabajaba. El sonido de la muchedumbre negociando por el precio de la mercancía y las risas despreocupadas de los jóvenes lo mantenía absorto, pudiendo obviar los múltiples pensamientos que lo habían estado atacado en los últimos días.

La nocturnidad se convertía en su enemiga cuando cerraba los ojos para intentar descansar. Aunque, realmente, podría decirse que el auténtico artificie de que no pudiera lograr dormir en paz se debía a su inconsciente, quien lo atacaba con múltiples sueños en los que su madre aparecía.

Ni siquiera podían considerarse pesadillas, dado que nada malicioso ocurría en ellos, pero el mero hecho de ver a su madre entera y risueña, interactuando con él como si nunca hubiera desaparecido le provocaba un tremendo dolor, por lo que solía despertarse con los ojos irritados por la cantidad de lágrimas derramadas.

Le generaba una gran agonía que, por un momento, su perversa mente le hiciera mantener una esperanza ilusa e imposible de que su muerte hubiera sido la auténtica pesadilla imaginaria. Se veía a sí mismo discutiendo con la figura risueña de su madre, suplicándole que no se le apareciera creando una falacia ilusoria, y recordándole que sabía que había muerto, por lo que su presencia no era posible.

—Tienes una cara terrible.

Alzó la mirada para encontrarse con los cabellos desordenados de Saleng, el cual le estaba entregando una nota en la que aparecía el pedido que necesitaban para el restaurante del tío Jim.

—Me debo de estar pareciendo a ti, entonces —esbozó una amplia sonrisa.

Saleng parpadeó confuso e hizo una mueca.

—Realmente te lo merecías —rompió a reír su acompañante Li Ming—. Comentario del todo desafortunado —negó con la cabeza a la vez que le daba un sorbo a su bubble tea.

—De acuerdo —asintió Saleng—. Lo acepto como un caballero. Pero eso no quita que me preocupe por mi amigo.

—Estoy bien —Gaipa volvió a sonreír—. Trabajar mantiene mi mente ocupada.

Honestamente, se podía decir que su trabajo en el mercado le estaba ayudando a lidiar con su sufrimiento, manteniendo su cabeza ocupada. Necesitaba alejarse de la casa en la que habían convivido ambos y que tantos recuerdos le reportaba, así como también estaba agotado de la multitud de gestiones que había tenido que hacer para poder tramitar el funeral de su progenitora.

Había resultado bastante caótico para él la tramitación inicial tras el fallecimiento repentino de su madre. No estaba preparado para ello, principalmente porque su madre lo había mantenido en la inopia acerca de sus problemas cardíacos para evitarle preocupaciones al respecto. Desconocía la gran cantidad de papeleo que requería conseguir un homenaje fúnebre digno para tus seres queridos, y la inmediatez con la que todo ello debía tramitarse.

No habiendo estado preparado para ello, se había encontrado eligiendo el lugar del funeral, el color de las flores o el color del féretro, debiendo dejar a un lado sus emociones al respecto. Al ser hijo único, la gestión había recaído sobre él, si bien agradecía la ayuda que sus amigos le habían prestado y el apoyo que había recibido por parte de ellos a lo largo del periplo burocrático.

A pesar de ello, el estado de choque en el que se encontraba tras su muerte prematura e imprevisible había bloqueado su proceso de duelo, postergándolo hasta que no pudiera finalizar con todos los trámites legales que quedaban pendientes y que se prolongaban en exceso.

—El tío Jim dijo que tenías cita en el banco mañana —señaló Li Ming.

—Sí —empezó a empaquetar y pesar las piezas de pollo de su pedido—. Estuve postergando la reunión con el empleado que se encargaba de las cuentas de mi madre en el banco.

Lo que no nos explicaron (AlanGaipa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora