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Por la mañana, Javi amaneció con el cuello dolorido y una sonrisa relajada. El despertador no había sonado aún; tomó el móvil de encima de la mesita de café para desactivarla y comprobó que tenía cinco mensajes de texto. Eso le resultó de lo más extraño. Solía tener el sueño muy ligero, y desde hacía algunos meses no dormía precisamente bien, pero esa noche no se había despertado con el sonido del teléfono. Comenzó a leer. Todos eran de Teddy:

"Por dónde andas?".

"Ya he vuelto del bolo. Estoy en Madrid".

"Jaaaaviiiiii".

"Cómeme el nabo".

"Te echo de menos :_(".

Sonrió y respondió:

"Me vine pronto a casa. Acabo de levantarme. Ducha y curro. Te veo luego?"

Volvió a soltar su teléfono, consciente de que su amigo no leería aquello hasta pasada la media mañana, y caminó hacia el cuarto de baño al ritmo de una cancioncilla que tarareaba en voz baja.

Ese día llegó a los estudios de televisión media hora antes de lo habitual en él. Fue directamente a la cafetería a desayunar, leyó los titulares de la jornada y pensó en los ojos de Sandra. Y al hacerlo la sensación cálida en el pecho regresaba como por arte de magia. Le hubiera gustado mantener ese estado eternamente, pero el deber le llamaba. Se fue directo a la sala de ensayos, o más bien todo lo directo que los saludos y 'gracietas' de sus compañeros de equipo le permitieron, donde Mateo, Nacho y Chucky ya le esperaban maquillados.

-¡Qué os gusta una brocha! –Javi soltó una carcajada.

-A ver, artista, si 'Su Majestad' llega siempre el último tendrán que dejarnos listos a los súbditos primero, ¿no? –Mateo mantenía una sonrisa donde se le podían contar todos los dientes.

-¡Coño, para un día que llego temprano!

-Bueeeno, bueeeno, chupaos un poquito las pollas, hacemos las paces y a empezar ya –Chucky fue el que tomó el mando.

-Anda, cordero, si a ti no te hace falta maquillaje para enamorarme –Nacho tomó un guión y se lo ofreció a Javi, que lo recibió entre risas.

Durante la lectura del guión estuvo exultante. Rebosaba energía, se sentía motivado y, extrañamente, feliz. Improvisaba un montón de gags y las ideas le salían casi sin pensarlas. Incluso sus tres compañeros estaban alucinados de que se estuviera superando a sí mismo. Hicieron varias anotaciones para incluirlas en el directo y, al finalizar y tras maquillar a Javi, pasaron a grabar los sketches de ese día obteniendo el mismo resultado: carcajadas, ingenio y mucha diversión. Ya sólo faltaban las pruebas de vestuario para todos y almorzar antes del comienzo del programa. Después de comer les retocaron el maquillaje y empezó el directo. Javi estaba ilusionado, se mostraba cómodo y chispeante ante la cámara, era generoso con sus compañeros. Todo estaba yendo sobre ruedas hasta el preciso instante en que le tocaba decir una de las frases que había modificado y mejorado unas horas antes. Cuando se disponía a abrir la boca para responder a Mateo, éste continuó hablando y comentó lo que le tocaba a Javi, incluyendo el gag renovado. El almeriense salvó la situación como pudo, manteniendo la compostura los pocos minutos que quedaban hasta que las cámaras dejaran de grabar. Al terminar, esperó a quedarse a solas con su co-presentador.

Llorar de risaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora