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Sandra soltó el móvil, se apartó el libro de las piernas y bajó del sofá sin ponerse las zapatillas. Dio saltitos hasta la habitación contigua al salón, golpeó los nudillos contra la puerta y, sin esperar respuesta, giró el picaporte para poder asomar la cabeza.

-¿Sabes qué?

Su novio apartó los ojos de la pantalla del ordenador para mirarla con ternura.

-No sé qué.

-Acaban de invitarnos a una Gala Benéfica con famosos. Mañana por la noche.

Sergio se estiró para abrir la puerta del todo. La chica entró y caminó hasta sentarse sobre sus piernas.

-¿Este chico que te encontraste el otro día?

-Ahá.

-Vale. Cuando termine mi charla intentaré escaparme.

-¡Es verdad! –Sandra se tapó la boca con una mano-. No me acordaba del Congreso.

-¿Te habías olvidado de mi gran día? –él la miró fingiendo reproche.

-¡Que no, tonto! Ha sido un despiste, ya sabes que estaré en primera fila apoyándote –se acurrucó en su pecho.

-Es que eres más pequeña... -Sergio la apretó contra sí y besó su frente.

Ella adoraba cobijarse en sus brazos. Nada malo podía ocurrirle estando con él. Desde que estaban juntos Sandra había dejado de tener grandes preocupaciones. Todo era fácil a su lado.

-Voy a terminar la presentación, ¿vale? –la apartó muy despacio de su cuerpo.

-Sí, te dejo trabajar. Yo me voy a la camita ya. Te quiero.

-Y yo a ti, enana. Buenas noches –la despidió con un beso en los labios.

Por la mañana Sergio ya no estaba cuando Sandra despertó. A él le esperaba un largo día de organización, coordinación y actos de promoción en el I Congreso de Psicología Clínica que organizaba el Centro de Salud Mental donde trabajaba. No se verían hasta esa tarde a las cinco, hora en la que Sergio debutaría como ponente ante más de quinientas personas.

Sandra aprovechó que era sábado para recoger el piso y adelantar el trabajo de la siguiente semana. Sin embargo, esto último no fue muy fructuoso; no dejaba de darle vueltas a la pregunta que le rondaba desde que se había levantado de la cama: "¿Qué ropa sería la más adecuada para una Gala Benéfica?". Afortunadamente tenía la amiga perfecta a la que consultar este tipo de dudas. Un SMS fue suficiente para tenerla a su total disposición en la puerta de su casa.

-¡Gracias, amiga! –se abalanzó sobre ella.

-Nena, ¡gracias a ti! ¡Esto es súper emocionante!

Marta, que así se llamaba la experta en últimas tendencias, la agarró del brazo y se la llevó a nadar entre las tiendas del centro de Madrid. Tres horas, un HappyMeal y un dolor de pies más tarde Sandra iba camino al Congreso de su novio cargada con varias bolsas de firmas baratas pero, palabras textuales de Marta, "de lo más divinas y estilosas".

Cuando llegó al salón de actos de la Facultad de Psicología, Sergio estaba a punto de comenzar su charla. Haciendo más ruido del que le hubiera gustado, la chica ocupó su asiento reservado. Bastaron unos segundos de presentación para que se quedara absorta mirando y escuchando al hombre con quien compartía su vida. Para ella no había otro más guapo que él. Era un chico alto, delgado, seguro de sí mismo en cada palabra que pronunciaba, de sonrisa seductora y con mucha elegancia. Lo admiraba. Tan sólo había dos años de diferencia entre ellos, pero a Sandra siempre le pareció que la madurez, la inteligencia y el saber estar de su novio estaban muy por encima del suyo propio. Aprendía tanto de él que, estaba convencida, era la mujer más afortunada de La Tierra.

Llorar de risaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora