📍Cascais, Lisboa
Día 4
P E D R I
El reloj daba las dos de la madrugada cuando me hallaba en el salón de la casa de Sienna. Marcadas ojeras bajo mis ojos testimoniaban noches en vela, y la luz tenue de una lámpara de pie bañaba la habitación, creando un ambiente sosegado. No obstante, la serenidad que solía imperar allí se veía turbada por el inconsolable llanto de Bruno.De un lado a otro caminaba, acunándolo con cariño en mis brazos mientras susurraba palabras de consuelo. Habíamos agotado todas las opciones: cambio de pañal, alimentación, melodías que tanto le gustaban, pero el llanto no cedía.
Era más que evidente lo que anhelaba: el chupete que, lamentablemente, parecía haberse esfumado. Como si de una artimaña mágica se tratase, todos los repuestos que solíamos tener habían desaparecido.
—Tranquilo Bruno — susurraba con voz suave. —Está bien, aquí estoy contigo
Me senté en el sofá y lo acuné en mi regazo. Lancé una mirada por la ventana y dejé escapar un suspiro. Me sentía rendido y desesperado, sin tener la más mínima idea de cómo apaciguarlo. Bruno apretó sus manitas y elevó su llanto, su carita se enrojeció por el esfuerzo.
—Oye, chiquitín — comencé, sintiendo la urgencia de hacer cualquier cosa para tranquilizarlo. —Te aseguro que cuando crezcas, vas a tener todos los coches que puedas desear. Coches veloces, coches grandes, coches pequeños, ¡los que quieras! ¿Qué te parece esa idea?
Bruno soltó sollozos y movió sus bracitos.
—Bueno, si no te van los coches, también tendrás la mejor colección de juguetes. Pelotas, bloques de construcción, muñecos, lo que te apetezca. ¡Tu habitación será como un parque de atracciones! ¿Qué tal suena eso, eh?
Su llanto pareció amainar por un instante, sus ojitos curiosos se fijaban en mis palabras mientras trataba de comprenderlas. Le acaricié la mejilla con el pulgar, deseando que mis promesas lograran finalmente apaciguarlo.
—Venga, Bruno, pequeño — murmuré con una voz serena, balanceando al crío entre mis brazos mientras me levantaba y deambulaba de un lado a otro en la sala de estar. —Papá está aquí. Encontraremos tu chupete, ¿vale?
Pero los sollozos del bebé seguían, llenando el espacio con su insistente melodía. Me sentía un tanto desesperado, sin saber cómo aliviar los pesares de mi hijo.
En ese preciso momento, una voz conocida resonó detrás de mí.
—Recuerdo una noche muy parecida cuando Sienna pasó toda la madrugada llorando. También le prometí el cielo y las estrellas.
Me volví de repente y mi corazón dio un vuelco al encontrarme con el inconfundible rostro de Cristiano, plantado en la entrada del salón. Su melena oscura y su aspecto impecable contrastaban con la informalidad de la hora y el lugar.
—¿Lo ha despertado? — exclamé, sorprendido al verlo a esas horas de la madrugada.
El portugués me regaló una sonrisa cálida mientras se aproximaba, sus ojos brillando con un toque de nostalgia y cariño.
—No he podido evitar escuchar a este pequeño luchador desde mi habitación. Parece que tiene un par de pulmones bien fuertes, ¿verdad?
Asentí con una sonrisa tímida, sintiéndome un tanto incómodo.
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LACONE | 𝒑𝒆𝒅𝒓𝒊 | +𝟭𝟴
Fanfiction𝑆𝑖𝑒𝑛𝑛𝑎, 𝑙𝑎 ℎ𝑖𝑗𝑎 𝑑𝑒𝑙 𝑎𝑓𝑎𝑚𝑎𝑑𝑜 𝑓𝑢𝑡𝑏𝑜𝑙𝑖𝑠𝑡𝑎 𝐶𝑟𝑖𝑠𝑡𝑖𝑎𝑛𝑜 𝑅𝑜𝑛𝑎𝑙𝑑𝑜, 𝑑𝑒𝑐𝑖𝑑𝑖𝑜 𝑑𝑖𝑠𝑓𝑟𝑢𝑡𝑎𝑟 𝑑𝑒 𝑢𝑛𝑎 𝑛𝑜𝑐ℎ𝑒 𝑐𝑜𝑛 𝑢𝑛 𝑝𝑒𝑙𝑖𝑛𝑒𝑔𝑟𝑜. 𝐴𝑙 𝑝𝑟𝑖𝑛𝑐𝑖𝑝𝑖𝑜, 𝑡𝑜𝑑𝑜 𝑒𝑟𝑎 𝑎𝑙𝑔𝑜 𝑐𝑎𝑠...