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Viernes otra vez. Esta última semana me ha dejado en el suelo, realmente lo ha hecho.

“Por favor un día a la vez, solo uno...con eso estaré bien.Ese fue el pedido que le hice a las estrellas, a el viento en la azotea, la noche anterior. Un pedido de desesperación para parar el dolor que tengo en mi corazón, en mi cuerpo herido y mi alma lúgubre.

He tratado de averiguar el problema por el cuál esta en este hospital Aiden, el hermano de el intruso, pero no he conseguido nada. Es difícil  más estando encerrada en este lugar siendo una paciente.

Bufé dejando que el viento tranquilice mi alma, mis pensamientos. Es infantil de mi parte desaparecer de todos los lugares que frecuento solo porque él suele estar ahí también, llegue primero no debería sentirme incómoda ¿verdad?

—Todo se ve mejor desde arriba —esa voz, soy un imán para él, ya estoy más que segura. Sentí sus pasos acercarse.

—Siempre y cuando sepas desde donde mirar —respondí en un susurro. Tal vez hablar con él responda mis dudas. —¿Como estas Aleix?

Traté de no sonar muy interesada ni desinteresada, solo normal.

—Vaya —no supe descifrar su tono así que giré mi cabeza hacia él. Sus brazos están en la baranda en la cuál estoy sentada, se encuentra a menos de un metro de mi y lleva uno de esos aburridos trajes.

—¿Que?

—Tengo dos observaciones —también giró su cabeza mirándome fijamente. ¿Por qué siento que su mirada atraviesa mi alma? Es ridículo. —La primera es que has dicho bien mi nombre y la segunda es que has preguntado tu primero.

—Te puedo seguir llamando Alex si es lo que deseas.

Soltó una risa ante mis palabras, eso volvió a captar mi atención. Al parecer es fácil hacerlo reír. Ja.

—Me puedo acostumbrar también —puedo, puedes. Giré mi cara otra hez hacia el horizonte retomando el movimiento de pies en el aire. —Respondiendo tu pregunta, porque ya sabes yo sí lo hago, estoy bien. He pensado mucho en ti.

Detuve el movimiento nuevamente pero sin girar.

—¿En mi? ¿Por qué?

—No me malinterpretes, es solo que he querido agradecerte.

—¿Agradecerme?

—Si, por ayudar a mi hermano ese día... en este lugar.

En el blanco, justo en el centro de la diana. Necesito saber más.

—Puedo saber... ¿Por que él esta aquí? —pregunté despacio hablando un poco más alto, no como un susurro, un susurro que se lo llevaría el viento seguramente.

—¿Por qué lo estas tú? ¿Por qué estas ahora sentada ahí?

Una reversa. Tengo que hablar si quiero que él lo haga, no conseguiré información en otro sitio y no me acercaré a su hermano solo para eso. No podría.

—Tengo dolores insoportables en mis articulaciones, más en la de las piernas y dejar los pies al aire me ayuda con el cosquilleo de dolor que siento —media verdad, media mentira.

—¿Por eso decides sentarte en el último piso de este edificio? ¿En la baranda?

Asentí. —Por el viento también —añadí.

—¿Y por eso estas aquí? —volví a asentir. —Entiendo.

Hizo una pausa larga en la que no me atreví a hablar, no quiero dañar el círculo de comunicación que hemos creado. Luego de varios minutos más soltó un suspiro.

Destinados a serDonde viven las historias. Descúbrelo ahora