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• Aidan Aleix Davis •

Estoy en la habitación de Aiden arreglando las pocas cosas que él trajo, para regresar a nuestra casa.

—¿Entonces si hablaste con ella? —pregunté curioso.

—Algo así, no sé es algo rara.

Me reí ante eso. —¿Rara? No creo que esa sea la palabra.

Él también emitió una pequeña risa.

—Es que parecía tranquila pero al mismo tiempo triste, tiene como un halo de tristeza.

¿Halo de tristeza? Yo... realmente no me he fijado en eso.

—¿Recuerdas esos sueños? —asentí varias veces. —Ella dijo creerme a la primera y también que se alegraba de saber que estoy mejorando y no le dije nada de lo mío.

Eso es mi culpa, le platique de todo a Pollet.

—¿Entonces por eso crees que es rara?

—No, o sea si, pero no es todo. Le creo lo que dije sobre estar feliz por mi, parece que lo dijo de verdad pero... —se quedó en silencio por un momento, como pensando o recordando. —Parecía triste mientras lo decía, alejada o culpable no lo sé.

—Eso no la hace rara, tal vez el cansancio te hizo ver todas esas cosas —comenté divertido pero sin dejar de lado sus palabras.

—Hermano no estoy alucinando —me lanzó una camisa. —Además no creo que esa actitud sea del todo normal.

—Si tu lo dices —doble la camisa que me lanzo y la guarde en la maleta.

—Por cierto, ella no dijo que son amigos —detuve lo que estaba haciendo y lo miré entornados los ojos.

—Yo tampoco lo mencione.

—Ella dijo que no se conocen tanto.

¿No nos conocemos tanto? Pues no, pero creí que después de la cita por lo menos entraría en la categoría de sus amigos ¿no?

—Y eso es verdad, Aiden creo que te hiciste todo un rollo de película tu solo —levante ambos hombros, ignorando la molesta sensación que se instalo en mi pecho. —Solo dije que la había visto y sabía su nombre nada más, no es como si me interesara o algo así.

Me callé de inmediato.

—Te estas portando como un crío Aidan —comenzó a reírse.

—¿Qué?

—Veintidós años —él suspiró dramáticamente. —Te conozco hace veintidós años y sé que la mentira no es tu fuerte, te interesa aquella chica no mientas y esta bien, supongo que es tu problema.

—No es un problema —aclaré.

—No lo dije literalmente hermano —seguí guardando su ropa. —Tantos libros almacenados en esa cabeza y creo que ninguno te ayuda demasiado.

Esta vez fui yo quién río. Seguimos platicando de temas más triviales, sin ahondar mucho en lo sucedido.

Al parecer Aiden aún no recuerda todo, solo se ha guiado por lo que le mencionamos en su ultima sesión con el doctor Ludwig. Por un lado eso es bueno, no tiene que lidiar con una clase de pensamientos invasivos, no tiene que pelear con su voz interior en su cabeza, mis papás no quieren que él piense de más y lo entiendo hasta cierto punto. Pero por otro lado no es nada bueno dado a que eso puede empeorar y no solo representaría una perdida de memoria transitoria, si no algo más permanente que se puede prolongar y repetir.

—¿Terminaste? —me preguntó Aiden, él había dejado todo limpio y arreglado.

—Si ¿cuánto dijiste que me ibas a pagar? —bromee.

Destinados a serDonde viven las historias. Descúbrelo ahora