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Llegamos hasta donde el ascensor nos podía llevar, bajamos y me dispuse a subir las escaleras para llegar a la azotea.

-Te ayudo -Susan paso su brazo por mi cintura ayudándome a caminar.

Al abrir la puerta un viento agradable me recibió. Me llevo hasta unas bancas y me sento en unas de ellas.

-En quince minutos regreso por ti, no te me pierdas Pollet -una risa salió sin poder evitarlo. -Por favor.

La última vez que me llevo a escondidas a la azotea no me le perdí, simplemente di unas cuantas vueltas mientras veía las plantas que ahí habitaban. Me sumergí tanto en eso que no escuché cuando ella me estaba llamando.

Una de las plantitas necesitaba atención y esta dispuesta a dársela y a hacerle compañía en lo que me quedaba de tiempo, pero llegó Susan agitada, con su cabellera negra desordenada, se veía algo pálida, a pesar de ser trigueña había perdido el color en su cara. Recuerdo que me dijo:

-Te dije quince minutos ¿Como es posible que te pierdas así en la azotea? Por Dios Pollet -hablaba rápido y trataba de tomar aire al mismo tiempo, lo cual hizo que se me complicara un poco entenderle.

Sacudí mi cabeza tragándome la risa.

-Quince minutos están bien, gracias.

-No es nada -se despidió y desapareció por las escaleras.

-Entonces tu nombre es Pollet -me enderece al escuchar esa voz, giré mi cabeza para todos los lados para encontrar al intruso.

Lo vi recostado en la baranda de cemento, con los brazos cruzados y una pequeña sonrisa en sus labios.

-Y el tuyo Alex, no lo he olvidado -la saliva se torno espesa ¿Que significa esto?

-Me pone de buen humor saber que no lo has olvidado pero veo que no lo dices correctamente -enfatizó más la ultima palabra.

Algo en su tono me molesto, lo ignore.

-Ujum.

No quiero decir nada más, se supone que vine aquí a despejarme de todo, a tranquilizarme. Y agradecí en silencio que el intruso no dijera nada más, aunque su presencia me inquietaba, ridículo.

Recordé aquella melodía de los pajaritos hace casi una semana. Una semana, y para mi es como si fuera ayer.

Toda mi vida basada en eso.

¿Y no te gustaría cambiarlo? Hacer algo nuevo.

Suspiré con fuerza. ¿De cuando acá esa voz se inmiscuía y hablaba de más?

Ya tengo suficiente con mi vida y los pendientes, para preocuparme ahora por mi voz interior.

-¿Como estas? -esa voz me sacó en segundos de mi cabeza.

Enarqué una ceja. -En estos momentos sentada, tratando de encontrar en el silencio la paz -sonreí sarcástica.

Pero a él se le había borrado la diminuta sonrisa que tenía hace unos minutos.

-No preguntaste pero yo fui quién te encontró en la habitación, me regresé a preguntarte tu nombre y te vi tendida en el piso, estabas helada y pálida -perdí mis ojos en el cielo. Hubiera deseado que no fuera el, ignorando el por que no quiero que se lleve esa imagen de mi, es muy vergonzoso. -Te cargue y fui por ayuda no supe que más hacer.

Trague saliva con dificultad, no supe descifrar su tono pero no me gusta nada como ha dicho todo eso.

-Había un botón rojo a un lado de la cama, es el de emergencias. Más rápido -levanté un hombro.

Destinados a serDonde viven las historias. Descúbrelo ahora