08

27 4 1
                                    

El día cambia tan rápido que ni siquiera eres capaz de entender lo que pasa a tu alrededor

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

El día cambia tan rápido que ni siquiera eres capaz de entender lo que pasa a tu alrededor. Veía a Liv jugando en un rincón de casa mientras la conversación de días anteriores con Brett se repetía en mi cabeza. Era tan extraña la sensación que tenía encima de mi cuerpo que ni siquiera conseguía plasmarla en una libreta. Intenté escribir algo mínimamente decente, pero me sentía casi vacía, como si una parte de mi buscase lo que había perdido de golpe.

La muerte de Anna y Johan, los padres de Brett, no estaba entre mis pensamientos. Me cayó como una jarra de agua fría y me mantuve todo el día en completo silencio. Había sido mi segunda familia, mi hogar seguro. Cuando me vine a España, sabía que dejaba una parte que probablemente nunca volvería a ver, pero darme cuenta de la realidad de eso es peor de lo que alguna vez imaginé.

Disimulé todo lo que pude en el resto de la cita con Brett, pero ambos sabíamos que estábamos dolidos. Intentamos pasar página y lo conseguimos bastante bien, por lo menos en el momento. Me siguió hablando de Paul y de sus proyectos, de lo poco que le costó encontrar su pequeño hogar de trabajo y también me dijo que seguía soltero y siendo un donjuán de mucho cuidado.

Le hablé de mi editorial y de mi trabajo. Le hablé de cómo se me ocurrió sacar mi primer libro, pero tuve que rogarle para que no me preguntase por la trama. Iba a ser incapaz de decirle en la cara que prácticamente todo ese libro estaba hecho por y para él.

Tuvimos que despedirnos, obligándonos a quedar otro día más. Me preguntó por mis amigas y le hablé de Paola. Él me habló de todos sus amigos y me prometió presentármelos un día de estos. Le hice prometerlo, más bien. Me moría de ganas de conocer una parte más de él.

—Tierra llamando a Bella. —La voz de Lucas se escuchó al otro lado del teléfono, trayéndome de vuelta a la realidad. Había olvidado por completo que seguía en llamada con él desde hacía un rato—. ¿Me estás escuchando?

—He desconectado, perdón. ¿Qué decías?

—¿Te acuerdas del viaje que planeamos por el cumpleaños de Liv?

Claro que me acordaba. Cuando nació, prometimos hacer un viaje todos los años el día de su cumpleaños si nuestra economía nos lo permitía. Sería un día nuestro y de ella. Lo haríamos hasta que se cansase y dijese que ya no quería viajar más en esas fechas.

No tuvo que añadir nada, para que mi cabeza supiese qué iba a decir a continuación.

Y no me equivoqué cuando lo escuché hablar.

—No voy a poder estar.

—Vale —susurré.

Era imposible explicar mis sentimientos del momento. Estaba agotada mentalmente de sus excusas, fuesen verdad o mentira. Estaba cansada de rogarle que viniese a visitar a Liv o que preguntara por ella como mínimo.

—¿Has oído lo que he dicho?

—Sí.

—No voy a poder...

INDELEBLEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora