26

17 2 0
                                    

Cinco años más tarde

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Cinco años más tarde

—Mamá, ¿saludarás a Brett por mí? —preguntó Liv, jugando con la pelota en el patio.

Me acerqué a ella, dejando las maletas en el interior de la casa, y dejé un beso en su coronilla.

—Claro, cariño. ¿Hay algo que quieras decirle?

Detuvo el balón con el pie y apretó su coleta, girándose hacía mí y asintiendo con efusividad.

—Que me gustaría hablar mucho más con él.

Sonreí con nostalgia y acaricié su pelo. La miré como si en cualquier momento se me fuese a escapar de las manos. Estaba creciendo y, aunque todavía era pequeña para comprender todo, empezaba a entender que la relación entre Brett y yo era complicada, distinta y especial de cierta manera.

La última vez que habló con él fue cuando cumplió los siete años, hace apenas unos meses. Fue él quien llamó por teléfono y fue ella quien me arrancó el móvil de las manos antes de que me diese tiempo a descolgar. Sus gritos se hicieron eco en toda la casa y su emoción estuvo latente durante todo el día. Saltaba de un lado para otro y les decía a todos sus amigos que Brett la había llamado.

Ni siquiera recuerdo cuando fue la última vez que yo hablé con él por teléfono. Nos mandábamos mensajes, pero ya no sabíamos cómo era la vida del otro. De hecho, era más probable tener buenas noticias cuando nos veíamos en entrevistas a través de la televisión. Él había conseguido aprender español, así que también leía mis libros y cuando los acababa, me lo hacía saber a través de un mensaje. Yo también seguía escuchando la música de Sternbilder y alegrándome por cada uno de sus logros. Estaban creciendo a una velocidad impresionante y seguían manteniéndose ahí, pese a lo complicado que era ser constante.

—Se lo diré con una condición.

—Que me porte bien y haga los deberes cuando la tía Paola esté aquí —dijo rodando los ojos y soplando por lo bajini—. Trato hecho, mamá.

Volví a sonreír con orgullo y me giré para darme la vuelta, pero su mano agarró mi brazo, deteniéndome.

—¿Vas a volver a ponerte triste cuando veas a Brett cantar?

Negué con delicadeza.

—No es tristeza, cariño. Es emoción y orgullo.

—¿Cómo cuándo me dices que estás orgullosa de mí?

—Justo así —aseguré.

Dejó la pelota a un lado y pasó sus brazos alrededor de mi cadera. Me agaché un poco hacia ella y la levanté del suelo, dejando que los minutos pasasen entre nosotras. El tiempo corría demasiado rápido y lo sentía especialmente cuando me detenía a observar a Liv. Había pasado casi ocho años desde que había dado a luz y todavía seguía acordándome de cuando nació como si fuese el día anterior.

INDELEBLEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora