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Me sentía como si estuviese en mitad de una tormenta sin refugio alguno, con el agua calándome los huesos, los rayos apuntando hacia mí, quemándome, y el frío recorriéndome cada parte de la piel, haciéndome daño

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Me sentía como si estuviese en mitad de una tormenta sin refugio alguno, con el agua calándome los huesos, los rayos apuntando hacia mí, quemándome, y el frío recorriéndome cada parte de la piel, haciéndome daño. Era como estar caminando mientras buscaba cualquier techo en el que poder detenerme un segundo sin sentir la lluvia sobre mí, pero todos eran demasiado pequeños, ninguno era lo suficientemente ancho para protegerme del exterior. Tuve que detenerme y admitir que la tormenta no iba a detenerse y que nada haría que yo dejase de estar en el ojo del huracán; in embargo, eso no hizo que el dolor se detuviese.

Dolía. Joder, dolía demasiado.

Cerré los ojos al recordar las palabras de Bella que llevaban retumbado en mi cabeza una y otra vez, como si tratase de buscar alguna pista sobre el motivo de su mentira, pero no había nada. Solo eran palabras vacías intentando llenar mi mente.

«Es mi hija».

«No eres tú... Soy yo».

«La escondía de ti».

No podía parar.

La escuchaba todo el rato y no podía hacer nada para dejar de oír cada una de sus palabras.

Me coloqué boca abajo cuando escuché que Jackson salía del aseo y moví la cabeza hacia el lado de la pared, dándole la espalda. De esta manera, era imposible que pudiese verme.

—Hoy vamos a visitar un museo. ¿Quieres venir?

No respondí.

—Llevas tres días encerrado, Brett —me recordó en un susurro—. Podemos hacer otra cosa si tú quieres, pero para eso necesito que hables conmigo.

Llevaba tres días exactamente haciéndome la misma pregunta. Hacían un plan, me lo proponía, me negaba, se iba después de intentar convencerme y vuelta a empezar. Al principio, lo hacía con una sonrisa enorme en la cara, pero ahora parecía estar bastante agotado. Y sé que eso no tendría que alegrarme, pero era la única forma en la que se cansaría de preguntarme.

—¿No vas a decir nada hoy tampoco?

Me mantuve en silencio porque si hablaba iba a romper a llorar y no quería contarles lo que había pasado. No quería hablar sobre Bella, ni sobre Liv, ni sobre cómo me sentía.

No quería porque decirlo en voz alta sería hacerlo real.

—Solo quiero que me digas porque estás así.

Su voz sonó casi a una súplica.

—Llegaste el otro día, te metiste a la cama sin decir ni una sola palabra y desde entonces no estás hablando con ninguno de nosotros. —Hizo una pausa que me dio a entender que solamente estaba cogiendo todo el aire posible para luego soltarlo—: ¿Se puede saber qué coño pasó con Bella?

Tragué con fuerza cuando lo escuché decir su nombre. Ni siquiera era consciente de que supiese que tenía que ver con ella. Dejó las cosas caer al suelo y sentó en mí misma cama, esperando una respuesta por mi parte. Me giré despacio hacia él y alzó las cejas un poco al verme la cara. Probablemente estaría echo una mierda.

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