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Dos años más tarde

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Dos años más tarde

Estábamos a punto de coger un vuelo, pero esta vez era especial. No íbamos a ningún país aleatorio. Esta vez tenía una historia que quería contar durante toda mi vida. Llevaba dos años creyendo que jamás volveríamos a pisar España. Sin embargo, estábamos en los controles del aeropuerto preparados para tocar en Barcelona, Madrid y Valencia. La fecha no estaba prevista, ni siquiera sabíamos que habíamos conseguido tantos seguidores como para ir allí, pero supongo que tenía algo que ver el hecho de que Bea, la chica con la que me encontré en Madrid, se moviese por todas las redes haciendo eco de nuestro nombre. Sabíamos que nos escuchaban, pero no éramos conscientes de la cantidad de gente que había en ese lado del charco.

Estábamos haciendo grandes cosas. Habíamos tocado en los mejores estadios de Europa y teníamos planeada una gira por Estados Unidos, que seguía sorprendiéndonos cada vez que lo escuchábamos. Estábamos haciendo música a lo grande y seguíamos con los pies en la tierra. Convivíamos un montón de meses juntos y no tuvimos más remedio que aprender a entendernos más de lo que lo hacíamos y a tener conversaciones incómodas para que el grupo no despareciese por culpa de una pelea. Habíamos tenido muchas de estas, pero siempre encontrábamos el momento de hablarlo y solucionarlo; que nuestro mánager estuviese pendiente de nosotros también ayudó. Pudimos escapar de la toxicidad que nos rodeó durante tantos años y aprendimos a arriesgarnos sin miedos a nuestro alrededor.

—¿Te han dado la ventanilla a ti? —preguntó Jackson mirándome por encima del hombro mientras nos dirigíamos al avión. Me limité a asentir con una sonrisa, sabiendo que iba a cabrearse por ello—. Siempre te dan los mejores asientos. Vaya mierda.

—Lo siento mucho, Jackson. Otra vez será.

Apresuré el paso y lo adelanté, colocándome al lado de Holly, que miraba su móvil con una pequeña sonrisa.

—No me mires así porque tú haces lo mismo todo el tiempo hablando con Bella.

Sus palabras me hicieron soltar una carcajada porque tenía razón. Me reía solo mientras miraba la pantalla del móvil al leer un mensaje suyo o un vídeo de Liv. Especialmente cuando en dicho vídeo salían las dos. Liv había crecido y ahora andaba de un lado a otro sin parar, hablaba por los codos y contaba absolutamente todo lo que había hecho durante el día.

—¿Crees que va a venir?

—No —susurré—. Está liada con la editorial. Por lo visto, están haciendo cambios de plantilla.

—Le va bien, ¿eh?

Asentí con una sonrisa. Le iba más que bien. Estaba contentísima con sus proyectos tanto fuera como dentro de la editorial. Había conseguido hacerse un hueco entre las editoriales con mejores opiniones y comentarios. Además, también había publicado otro libro titulado Lo que llamábamos amor. Prometió contarme la trama cuando nos viésemos, pero supuse que no sería ese año. Quizá tampoco el siguiente.

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